Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Simone Biles, Tokio 2021

Madrid, julio 2021. 

Simone Biles dice basta. 

La medallista olímpica. La gran atleta dice basta. 
La favorita. La que atrae todas las miradas dice basta. 
La heroína de américa. El orgullo de todos dice basta. 

Basta de sufrir. Basta de llorar. Basta de hacer siempre lo que se espera de ella: ganar. 

Hay heridas que no se ven pero se sufren. 

Lo que pasa es que en un mundo superficial solo nos interesa lo visible: fracturas, cortes, arañazos. 

Pero, ¿Nadie se interesa por el interior? 

Y tiene su lógica pues vivimos en un mundo sin “buenos días”, sin “gracias”, sin “por favor”. La gente ya no tiene tiempo ni para ser educada. Y mucho menos para preguntar por los demás. 

Nadie le ha preguntado a Simone “¿Qué tal estás?”. Tan solo le exigían resultados. Sus números eran más importantes que sus palabras. Y eso acabo rompiéndola por dentro. 

Yo no la culpo, ¿Quién podría? 

Fue tratada como producto, como mercancía. 

Su herida no era superficial pero igual dolía. 

La situación de Simone es tan solo un reflejo de una sociedad hiperproductiva enfocada a los resultados. 

Una sociedad donde aumentan las enfermedades mentales: depresión, estrés, fobias, angustia social. 

Una sociedad que necesita empatía. 

Sé nos exige demasiado. Y todos lo sabemos. Pero seguimos produciendo hasta rompernos. 

Simone es como todos nosotros: frágil. 

Pero vamos de duros por la vida y llega un punto en que es insostenible continuar sin decir basta. 

Basta de tragar con tantas injusticias. 

Basta de cambiar mi tiempo por sueldos minúsculos en trabajos con pésimas condiciones laborales. 

Basta de ser quien quieren que seas: el esposo perfecto, la madre perfecta, el amigo perfecto. Basta de ser todo menos tú.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario