Sin teclas no hay paraíso. No, no es el título de un libro, una telenovela o una película, mucho menos un albur. Es mi real sensación al escribir con las teclas digitales de mi celular.
Te acostumbrarás, me dijo un compañero, la verdad es que aunque no soy ajeno al uso de la tecnología, el teclado digital de mi celular se convierte en un problema debido a mi torpeza con el tamaño pues nunca falta que pise, si así puede decirse, dos teclas simultáneamente, quedando normalmente (a veces pienso que el teclado digital me odia) justo la letra que no correspondía.
Te acostumbrarás, me dijo un compañero, la verdad es que aunque no soy ajeno al uso de la tecnología, el teclado digital de mi celular se convierte en un problema debido a mi torpeza con el tamaño pues nunca falta que pise, si así puede decirse, dos teclas simultáneamente, quedando normalmente (a veces pienso que el teclado digital me odia) justo la letra que no correspondía.
He practicado escribiendo más lento, escribiendo mucho, pero el resultado no cambia considerablemente aunque lo revise, la "ceguera de taller" me termina venciendo.
Lo malo de tal situación es que no me siempre me doy cuenta, y cuando lo hago, ya se fue el escrito en algún lugar que no permite la corrección o ya ha sido visto por múltiples personas. No falta el buen samaritano que me avisa de mi error y cuando se puede lo corrijo, no sin sentirme apenado pues me gusta cuidar la ortografía, algo olvidado por mucho jóvenes en la actualidad.
En fin, me he desahogado, para finalmente con concluir con mi cita inicial; sin teclas no hay paraíso.
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