Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

AUSENCIA

Quizá lo peor que puede pasarte es que nunca hayas hecho locuras por alguien. Que nunca hayas sentido el frío calándote los huesos una noche cualquiera, en una cita a la que ella nunca llegó. Quizá lo peor es eso: el que nunca Ia haya visto sin maquillaje en los sentimientos. Que nunca la hayas abrazado después de haberla extrañado tanto. Y si lo peor es que nunca la hayas escuchado reír hasta las lágrimas, ni que la hayas visto convertida en una niña indefensa cuando estaba triste. Que nunca hayas leído un poema y pensaras en ella para dedicárselo. Que nunca se hubiese aferrado a tu mano cuando tenía miedo. 

Lo peor que puede pasarte es que nunca hayas sabido lo que se siente que te dé un beso en público, o cómo de pronto tus noches dejan de ser tan oscuras. Y si lo peor hubiese sido dejar esos caminos sin recuerdos, sin pasos ni historia. Que nunca se hayan conocido ni se hayan mirado a los ojos como queriendo descubrir los secretos del otro. Quizá lo más doloroso sea eso: el haberse dejado la piel intacta. El no poder recordar a nadie con ninguna canción. El no saber qué sigue después de un beso. Lo peor que puede pasarte es que no hayas podido amar nunca a alguien hasta el punto en que los sentidos te controlan. 

Lo peor es eso: la ausencia. No hablo de la que deja alguien que se va, hablo de la peor: la que deja alguien que nunca vino, alguien que miras de lejos, con quien nunca escribiste una historia por tenerle demasiado miedo a intentarlo.

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