Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

LENTAMENTE MUERE

El amor muere lentamente, como una flor olvidada en un rincón oscuro. Muere cuando la indiferencia se convierte en el paisaje cotidiano, cuando las palabras de aliento se convierten en silencios incómodos. Muere cuando la atención se desvanece, cuando los detalles se pierden en el trajín del día a día.

Muere el amor cuando la mirada ya no busca la complicidad, cuando los gestos de ternura se diluyen en la rutina. Muere cuando la falta de cuidado se convierte en desdén, cuando la falta de interés se vuelve costumbre.

Y así, el amor, que alguna vez fue un fuego ardiente, se extingue como una vela abandonada. La indiferencia y la falta de cuidado son como el viento frío que apaga la llama, dejando solo cenizas de lo que alguna vez fue un hermoso y vibrante sentimiento.