Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

EMPECÉ A ESCRIBIR

Empecé a escribir
como quien aprende
a besar.

Pasé entonces
del beso a pensarte
y sin darme cuenta,
ya rimaba los recuerdos.
La poesía se colaba
entre tu pelo y mis manos.

Me di cuenta.
que no es posible
que las palabras formen versos,
sino que es la vida
la que se derrama
en letras,
como si el recipiente
como si el recipiente
de los días
fuese demasiado grande
para lo que cabe
en un corazón.

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