Un brindis por todos mis errores y en especial, mis fracasos. Aprendí que si no fuera por ellos, no estaría aquí con la frente en alto, viviendo mi vida intensamente, como siempre quise para mí, no habría creado fuerzas y mucho menos habría aprendido a lidiar con mis propios problemas. Puede parecer irónico pero también agradezco a todos aquellos que jugaron conmigo, que me engañaron o incluso me lastimaron de la peor manera que alguien puede lastimar. De una forma u otra, si no fuera por ellos no habría reorganizado mi vida y mucho menos escrito una nueva historia. La vida está compuesta de gente sucia, con sentimientos vacíos y llena de decepciones con el paso del tiempo. Pero te aseguro que estas decepciones y todo lo que pase en tu vida, sea bueno o malo, te servirá de lección en el futuro. Todos tenemos problemas, los altibajos son parte de nuestra vida para luego madurar con ellos. No creía en esta historia de que el tiempo es la mejor medicina, pero aprendí a creerlo. Era sólo cuestión de tiempo que todo se calmara dentro de mí. Sí, hoy estoy feliz y con un inmenso alivio dentro de mí. Ya no necesito fingir sonrisas y mucho menos contener las lágrimas, porque me resulta muy difícil tener motivos para llorar estos días. Sin embargo, a veces tengo mis motivos de angustia, tristeza o querer desaparecer y es en esos momentos que lloro. Lloro, porque sé que me alivia. Mantenerlo no me haría más fuerte. Tengo mis sentimientos como cualquier otro ser humano, siento mis necesidades y tengo mis miedos, no soy de hierro como mucha gente piensa. Hoy tengo mis amigos y las personas que realmente merecen estar en mi vida, aunque sean pocas, sé que son las verdaderas. Y ellos son los que me ayudan, son los que me toman de la mano cuando estoy a punto de caer una vez más. Para los que miran, piensan que mi vida es perfecta, pero no lo es. Y digamos que está lejos de ser así, porque no quiero una vida perfecta donde todo sea fácil de lograr o tener en mis manos. Quiero tener que luchar y al final sentir el placer de tener eso en mis manos. Hoy veo el mundo de una manera que nunca antes pude y todo es gracias a mis caídas. Miro al pasado y veo cómo sufrí, cómo permití que la gente jugara conmigo y sin embargo permanecí en silencio y no bajé el nivel para llegar a ser como ellos. Gracias a Dios cambié y encontré mi lugar en este mundo. Pero finalmente, un brindis por mí también. Que incluso después de tantas decepciones, de tantas razones para haberme dado por vencido, sigo aquí más fuerte que nunca.
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