Había algo en la manera tan delicada de mirarle; como si temiera que notase la necesidad que tenía de él; ni siquiera ella podía explicar la magnitud de esos sentimientos tan… vehementes que sostenían las paredes dentro de ella, justo en la dirección de su pecho. Y cuando estaba sola en su habitación, ella escribía poesía pensando en él; en ese hombre despierto con mirada huidiza que -muy lejos de ella darse cuenta- compartía los mismos sentimientos que la muchacha.
¿Se puede hacer el amor a alguien con tinta y papel?, se preguntaba ella. Sin embargo, ella pensaba que más que hacerle el amor, ese hombre, en ese momento tan íntimo que compartía con ella misma, cuando sus silenciosos deseos comenzaban a hacer ruido sobre esa hoja de papel, podía ser enteramente suyo.
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