Nadie aparece en tu vida por accidente. Ese intercambio de miradas no fue en vano. Esa química inexplicable tenía que suceder. “No podría haberme enamorado, podría haber sido diferente, podría haber conocido a alguien mejor”. La verdad es que no, no podría. Esa historia tenía que suceder. La lección sólo podría aprenderse exactamente en esta relación. Entre miles de millones de personas en el mundo, esta te hizo sonreír de una manera especial. Te trajo sensaciones, experiencias y escalofríos increíbles. Cuando nuestra vida es tocada intensamente por otra vida, su curso se altera de alguna manera. La ruta cambia. El destino, los planes y las ideas se rehacen. Nos renovamos con cada encuentro. No hay manera de borrar cada vez que fuimos impactados. Sabemos exactamente a quién debemos conocer. Nos enamoramos exactamente de quién deberíamos enamorarnos. Tomamos un camino diferente, sí, pero fue para llegar donde estamos. Somos una colección de nuestros amores, decepciones, alegrías y aprendizajes. Independientemente de las cicatrices y marcas, todo sucedió exactamente como debería. Nada diferente a eso.
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