Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

TE TENGO UNAS GANAS

Te tengo unas ganas que no caben en el verso, ni en el silencio prudente de la noche. Ganas que tiemblan en los bordes de una frase no dicha, en la esquina tibia de tu nombre. Te tengo unas ganas que hacen que el aire pese, que el tiempo se curve, que hasta las palabras se sonroje por no saber decirlo sin incendiar el mundo. Y me las guardo, como quien esconde una llama bajo la lengua, esperando que tus ojos se atrevan a leerme los labios.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario