Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

AMARNOS LIBREMENTE

Hay en el amor una geografía secreta que solo conocen los cuerpos cuando se entregan sin mapas ni brújulas, cuando dejan que la piel sea la única frontera y el deseo el único idioma. Amarnos libremente es descubrir que el mundo cabe en un abrazo, que el tiempo se detiene en el momento exacto en que nuestras manos se encuentran y reconocen, como si hubieran estado esperándose desde antes del primer latido.

La libertad no es la ausencia de vínculos, sino la presencia del vuelo. Amarnos así es como los pájaros que migran: sin dueño, sin jaula, pero con la certeza de un rumbo compartido. Es elegir cada mañana el mismo rostro entre mil rostros posibles, no por obligación sino por asombro, porque en sus ojos habita una luz que no se cansa de sorprendernos.

Qué extraña alquimia la del amor libre: transforma el miedo en confianza, la soledad en compañía elegida, el silencio en conversación infinita. No hay cadenas más fuertes que las que se forjan con besos voluntarios, ni prisión más dulce que la que construyen dos cuerpos que se buscan por gusto, no por costumbre.

Amarnos libremente es también sabernos temporales, aceptar que nada es para siempre y que justo por eso cada instante vale la eternidad completa. Es amar con las manos abiertas, preparadas tanto para acariciar como para soltar, porque la verdadera posesión del amor está en no poseer nada, en dejarse poseer por la belleza del momento presente.

En esta libertad encontramos la paradoja más hermosa: que solo quien ama sin atar puede ser verdaderamente amado, que solo quien se entrega sin condiciones recibe sin límites. El amor libre no es el amor fácil; es el amor valiente, el que se atreve a confiar en la elección diaria, en la fidelidad que nace del deseo y no del deber.

Así nos amamos: como el río que corre hacia el mar sin perder su nombre, como la luz que viaja millones de años para encontrar exactamente estos ojos, en este momento, en esta tierra pequeña donde aprendimos que amar libremente es la única forma de amar que nos hace completamente humanos.

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