Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

ANHELO

Aún anhelo ser viento para rescatar ese suspiro perdido entre la nostalgia de las ramas, que fue testigo del temblor. Quisiera atrapar tu rubor errante, la tibia fiebre de tu piel, y ese perfume casto, para arrebatarte los besos que dejaste pegados al cuello del árbol. De una flor que se marchó contigo, de buscarte en los fragmentos de aire donde tus caricias quedaron prendidas al follaje. Recoger la brasa temblorosa de tu rostro, tus ojos dilatados de ausencia, y guardar en mi aliento la llama que no se apagó contigo.

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