Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

MIRADA DE MUJER

Hay en los ojos de mujer un territorio inexplorado donde habitan las palabras que nunca se pronuncian. Es ahí, en esa geografía íntima del silencio, donde se esconden las verdades más profundas, aquellas que no necesitan voz para hacerse sentir. Una mirada de mujer es un libro abierto escrito en un idioma ancestral que solo el corazón sabe descifrar.

Cuando ella mira, el mundo se detiene. No es casualidad ni capricho del destino; es ley natural, como la gravedad o el curso de los ríos hacia el mar. En sus pupilas se refleja la historia completa del universo: desde la primera estrella que decidió brillar hasta la última lágrima que rodará por una mejilla en el final de los tiempos. Esa mirada lleva consigo el peso de todas las mujeres que la precedieron, la sabiduría silenciosa de las madres, la rebeldía de las hijas, la ternura de las amantes.

Es en la mirada donde una mujer dice "te amo" sin mover los labios, donde declara la guerra sin levantar la voz, donde perdona sin pronunciar palabra alguna. Ahí se esconde su fortaleza más pura y su vulnerabilidad más honesta. Porque mirar, para una mujer, no es solo ver: es entregar un pedazo del alma, es abrir la puerta del santuario más íntimo, es confiar en que quien recibe esa mirada sabrá cuidar el tesoro que se le está ofreciendo.

En los ojos de mujer habita la luna llena y también la luna nueva, la tormenta y la calma, la pregunta y la respuesta. Por eso, cuando una mujer te mira verdaderamente, no solo te está viendo: te está leyendo, te está conociendo, te está guardando en la biblioteca secreta de su memoria para siempre. Porque una mirada de mujer es, al final, un acto de amor supremo: la decisión consciente de hacer visible lo invisible, de convertir el silencio en canción, de transformar un instante en eternidad.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario