Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

EL SONETO DE LOS TRES SÍMILES

Débiles son mis pies; mi paso, incierto. Perdí la huella de la caravana. Me sorprendió la noche en el desierto ...Y no me importa; llegaré mañana.

Vencido por la niebla, el sol ha muerto. El mar se agita en ondas de obsidiana. Mi nave cruje; está remoto el puerto . . . Y no importa; llegaré mañana.

Cuando salí, todo era flor, el huerto. Hoy, la lluvia en el aire se desgrana, y el camino, de nieve se ha cubierto.
La tierra prometida esta lejana. No hay ruta fácil ni horizonte abierto. Y no me importa; llegaré mañana.

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