Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

LA FUGA NECESARIA

Hay en la decisión de partir una sabiduría antigua, un instinto que reconoce cuándo el quedarse se convierte en autofagia. Me voy porque intuyo las fracturas que aún no llegan, porque presiento el sonido de mi propia ruptura y elijo el silencio de la ausencia antes que el estrépito de desintegrarme aquí, frente a testigos que luego recordarán mis pedazos pero no mi forma completa.

La permanencia tiene su propia violencia. No siempre es visible, no siempre sangra, pero va minando la estructura del alma con la persistencia de la lluvia sobre la piedra. Quedarse donde uno se erosiona es una forma lenta de suicidio, un permiso tácito para que las circunstancias nos devoren por partes, con paciencia, hasta no reconocernos en el espejo de las mañanas.

Me voy entonces como quien preserva un último territorio sagrado: el de la propia integridad. Porque hay amores, trabajos, ciudades, vínculos que cobran demasiado caro el precio de la membresía. Exigen que entreguemos no solo el tiempo sino la médula, no solo la presencia sino la esencia. Y uno termina negociando con su propia destrucción, cediendo fragmentos de sí mismo como si fueran monedas de cambio, hasta quedar vacío, hueco, convertido en un cascarón que imita los gestos de estar vivo.

Prefiero la intemperie del camino solitario. Prefiero el miedo de lo desconocido al pavor de mirarme al espejo y no encontrar nada que valga la pena salvar. La huida tiene mala reputación entre quienes nunca han tenido que elegir entre partir o perecer, pero yo sé que a veces irse es la única forma adulta de decir: me amo lo suficiente como para no dejarme morir aquí.

Me voy con mi fragilidad intacta, con mis grietas sin terminar de abrirse, con la posibilidad todavía viva de recomponerme en otro sitio, bajo otro cielo, donde nadie me exija como tributo la amputación de mi alma.

Que otros juzguen la partida como abandono. Yo la reconozco como el más profundo acto de lealtad hacia mí mismo.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario