No reniego de todas mis pasadas,
ni de perder mi paz en cada guerra,
que quien a hierro mata a hierro yerra
por mucho que decore sus fachadas.
No reniego de todos mis errores,
ni de mis lecciones mal aprendidas,
ni de ninguna de las siete vidas
que gasté cambiando piedras por flores.
No reniego de todas mis creencias,
ni de aquellos polvos, ni de estos lodos,
ni de las formas que pierden mis modos,
no reniego de todas mis ausencias,
ni de la nada que llena mis todos.
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