Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

DESPUÉS DE LA TORMENTA

En un rincón del alma, nace el amor,
como un delicado brote que busca luz,
pero la indiferencia, como un frío viento,
comienza a marchitar cada pétalo de ilusión.

La falta de reciprocidad es como un eco sordo,
que resuena en el silencio del corazón herido,
cada gesto de afecto que queda sin respuesta,
se convierte en una nota triste en la melodía del amor.

Las palabras que se pierden en el vacío,
y las miradas que buscan un reflejo que no llega,
son como lluvia que cae en un desierto árido,
sin encontrar tierra fértil donde germinar.

El amor, que una vez fue un río caudaloso,
se convierte en un arroyo que se seca lentamente,
la indiferencia y la falta de reciprocidad,
son las rocas que obstruyen su curso natural.

Pero en el jardín del amor siempre hay esperanza,
pues las semillas de la comprensión y el perdón,
pueden florecer incluso en el terreno más árido,
y transformar la indiferencia en un cálido abrazo.

Así que no temas al dolor de la indiferencia,
ni al vacío de la falta de reciprocidad,
pues el amor verdadero siempre encuentra su camino,
y renace, más fuerte y radiante, después de la tormenta.