Abre tus brazos de mar,
deja que el viento te bese la sal,
que las olas susurren su herida
y en tu espuma se quiebre la vida.
Corazones navegan nuestros silencios,
barcos frágiles, sin rumbo, sin precio,
se buscan en la niebla, se llaman,
se pierden donde el alma se inflama.
Seremos océano y verso,
un latir que no sabe de encierro,
un murmullo que abraza y no suelta,
un poema que el agua recoge y delta.
Abre tus brazos, amor, que el oleaje
no entiende de relojes ni de traje,
solo sabe de espuma y de anhelo,
de ser verso que abraza en el cielo.
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