¿Qué parte de mí se queda cuando todo se va?
Un eco terco, un nudo en la garganta,
el roce de una sombra que no se desata,
un verso a medio hacer, que no se va a escribir.
Se van los días, se van los pasos,
se van las risas y los abrazos,
se lleva el viento las voces que amé,
pero algo queda, algo no sé.
Es un rumor de río bajo la piel,
un recuerdo que quema, un tal vez.
Es la mirada quieta en la ventana,
la mano que acaricia aunque no haya nada.
Se van los nombres, se borran las fechas,
se pierde el rumbo de tantas flechas,
pero en el fondo, en el hueso del alma,
queda una chispa, una calma que salma.
¿Qué parte de mí se queda, decime,
cuando el tiempo se lleva hasta el cine?
Es el latido que no se resigna,
la voz que canta aunque la noche lastima.
Es el amor, quizá, que no se rinde,
el sueño roto que aún se rescinde,
un pedazo de mí que no se va,
aunque todo se vaya, aunque todo se va.
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