RESPIRA, ESTO ES SOLO UN CAPÍTULO

La ciudad despierta con su murmullo de pasos apresurados, de bocinas que no saben callar, de rostros que cargan el peso de un día más. Y tú, ahí, detenido en la esquina de tus propios pensamientos, con el corazón apretado como un puño que no se decide a abrirse. Respira. Esto es solo un capítulo, no toda la historia.

El aire huele a café recién hecho y a lluvia que se quedó en las grietas del asfalto. Todo parece gritar que el mundo sigue, aunque tú sientas que tu mundo se ha detenido. Hay un reloj que no para, un sol que insiste en salir, un pájaro que canta aunque nadie lo escuche. Y tú, con tus dudas como equipaje, con tus miedos como sombra, caminas. Pero no estás solo, aunque lo creas. Respira. Esto es solo un capítulo.

Recuerdas, ¿verdad?, aquellos días en que el cielo parecía pintado para ti, cuando la risa era un idioma que no necesitaba traducción. También hubo noches en que la tristeza se instaló como un huésped sin invitación, y pensaste que no habría mañana. Pero siempre la hubo. Siempre la hay. Cada herida, cada tropiezo, cada lágrima que quemó la piel fue solo una página, un párrafo, un renglón. No toda la historia.

Mira tus manos. Son las mismas que han sostenido sueños, que han secado llantos, que han escrito versos en servilletas arrugadas. Son las manos que aún pueden construir, que aún pueden abrazar, que aún pueden señalar un horizonte. Porque la historia sigue, compañero, camarada de tus propios días. No es un punto final, es una coma. Un respiro. Un instante para tomar aire y seguir.

Entonces, alza la vista. Deja que el viento te despeine las ideas. Escucha el latido terco de tu pecho, ese que no se rinde. La vida no es una línea recta, es un cuaderno lleno de borrones, de tachones, de comienzos nuevos. Y este momento, este nudo en la garganta, este cansancio que pesa como un siglo, es solo un capítulo. Uno más. No toda la historia. Respira.