Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

SI ESTUVIERAS AQUÍ

El aire guarda tu sombra, un eco de pasos que se deshacen en el umbral. La luz, esa traidora, dibuja tu ausencia en la pared, un contorno que tiembla como el agua cuando la piedra cae y se hunde. Si estuvieras aquí, el tiempo sería un río manso, no esta corriente que arrastra los nombres, las horas, los rostros. Pero ya no estás, y el silencio es un espejo roto: cada fragmento refleja un instante tuyo, un gesto, una palabra que se quedó colgando, como una fruta madura que nadie recoge.

La ciudad respira sin ti, indiferente, con su pulso de motores y campanas. Las calles que caminamos son ahora un laberinto de ceniza; cada esquina me devuelve tu risa, pero es un eco, un doble que se desvanece al tocarlo. Si estuvieras aquí, el mundo sería un círculo, un abrazo que cierra todas las heridas. Pero ya no estás, y el espacio se quiebra, se astilla en mil pedazos que cortan al intentarlos unir.

Te busco en el revés de las cosas: en el canto del pájaro que no explica su vuelo, en la sombra del árbol que no sabe de raíces. Eres un relámpago que cruza la memoria, una chispa que ilumina y quema. Si estuvieras aquí, el instante sería eterno, un ahora sin fisuras. Pero ya no estás, y el poema es sólo un puñado de palabras que intentan atraparte, como si el lenguaje pudiera devolverte, como si nombrarte fuera suficiente para que el vacío se llenara de ti otra vez.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario