Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

ESCRIBO PARA MÍ

Escribo para mí, como quien respira sin pedirle permiso al aire, como quien camina descalzo sobre la tierra húmeda de la madrugada y siente que cada paso es una confesión silenciosa. Escribo para mí porque las palabras son lo único que tengo cuando todo se queda callado, cuando el mundo se vuelve demasiado ruidoso y necesito el susurro de mi propia voz en el papel.

Escribo para mí, no para los que aplauden desde las tribunas del juicio, no para los que esperan que mis heridas sangren tinta perfecta. Escribo para el niño que fui y que todavía vive en mis manos temblorosas, para la mujer que seré cuando ya no tenga miedo de mis propios fantasmas. Escribo para los días grises que se me acumulan en el pecho como nubes que no saben llover.

Escribo para mí porque soy mi mejor cómplice y mi peor enemigo, porque conozco el sabor de mis mentiras y el peso de mis verdades. Escribo para desenredar los nudos que se me hacen en la garganta cuando las palabras se niegan a salir bonitas, cuando prefieren salir desnudas, crudas, sin maquillaje de metáforas.

Escribo para mí como quien reza sin creer en dios, como quien ama sin esperar ser amado de vuelta. Escribo para llenar los espacios en blanco que dejaron los que se fueron, para crear un mundo donde puedo ser todos los que nunca fui y ninguno de los que esperaban que fuera. Escribo para mí, porque al final del día, cuando se apagan las luces y se silencian las voces, sólo quedamos las palabras y yo, danzando en la oscuridad, construyendo puentes hacia mí mismo.

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