Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

De madrugada

Comenzaban a conocerse personalmente, largas pláticas previas los había acercado. Al fin estaban juntos comprobando que estar eso era lo mejor que podía haberles sucedido.

Era medianoche, cerca del mar, la noche era cálida y ese día decidieron caminar por los alrededores. Al llegar a una plaza comercial decidieron sentarse a fumar un cigarrillo y conversar. Ambos se sentían cómodos el uno con el otro, el amor entre ellos avanzaba a pasos agigantados, disfrutaban de su mutua compañía.

Veían pasar a los jóvenes que salían de los lugares de baile, algunas llevaban los zapatos de tacón en las manos, cansadas de caminar con ellos.

Así llegó un momento de cercana confianza y comenzaron a criticar el andar de las jóvenes que pasaban donde ellos se habían sentado a platicar.

Reían, señalaban, criticaban y se burlaban de como la manera de caminar afectaba de manera importante aún a la chica más bella, sin embargo a otras no tan agraciadas el saber caminar las hacía verse muy atractivas.

Ella sabía caminar, él disfrutaba verla cuando lo hacía, femenina, sutil, felina y sensual, lo tenía fascinado, enamorado, definitivamente le pertenecía, estaba siendo un afortunado primer encuentro.

En algún momento de esa madrugada decidieron dejar la comodidad de sus sillas para sentarse al pie de un letrero, casi en el suelo, él lo confirmaba, ella era su mujer que amaba y que pensó nunca encontraría, pondría en alerta todos sus sentidos para conocerla más que nadie y enamorarla día con día.

Así paso el tiempo sin que ellos lo sintieran, regresaron jugando a su habitación, habían descubierto uno en el otro lo bien que se entendían aún en las cosas más simple, estaban felices de estar juntos. Cada uno pensaba para sí que el tiempo no transcurriera, que no acabará nunca ese encuentro.

Al llegar a su habitación el amor había crecido y se adueñó de ellos, que continuaron amándose sin parar, incluso cuando dormían, la mañana que esa ocasión los había sorprendido, en un tierno abrazo.

Noche de desvelo

Ella trabajaba frente a su laptop como acostumbra, concentrada, haciendo pequeños ruiditos, gestos de enojo, muecas, hace anotaciones, reflexiona, corrige y vuelve a escribir. Nada la distrae, nada la inmuta, ni siquiera mi presencia, ni siquiera mi mirada que infructuosamente pretende leer pero al tenerla tan cerca no puede evitar recorrerla palmo a palmo, grabando cada movimiento, cada gesto en lo más profundo de mi ser.

Nada ni nadie existe cuando ella trabaja en casa, su responsabilidad y obsesión por el perfeccionismo raya en lo patológico. Así es ella, así he aprendido a comprenderla, entenderla y a amarla.

El silencio del cuarto solo se rompe de vez en vez con un fuerte golpeteo a su teclado o por un chasquido de disgusto porque alguien no hizo lo que ella esperaba.

Su cabello siempre desordenado, aun cuando pretende peinarlo, rebelde como ella, cae sobre su espalda y confieso que tiene una carga erótica que no puedo resistir, me hago ideas, la imagino con su cabello en mi rostro y esa mirada de niña traviesa que apunta directamente a mis ojos, con la intensidad precisa que me arranca suspiros y que está fija en mi memoria, sabe lo que me provoca y lo usa, sin recato y sin pudor lo usa, porque sabe que me gusta.

Miro sus amplias caderas y esos movimientos suaves y rítmicos que nunca me pasan desapercibidos, la admiro en toda su plenitud de mujer, mientras ella afanosamente trabaja, como si de ello dependiera la vida. Su cadera es generosa, amplia, me encanta, disfruto tomarla desde esa maravillosa parte de su cuerpo, asirla firmemente con mis manos y acercarla a mi. Cuando lo hago sonríe pícaramente, sabe que me tiene, que soy suyo y le gusta que se lo demuestre.

Pasan las horas y ella avanza en su labor aunque nunca está satisfecha, siempre es poco para ella, ahora pongo atención en sus manos sin poder contener un estremecimiento que recorre toda mi piel hasta erizarla. Sus caricias están grabadas en toda mi piel, me ha hecho tan suyo, me ha marcado, soy su territorio, su jardín de juegos, tiernos, eróticos, amorosos y sensuales. Mi piel es el calor que busca por las noches para dormir cálida, relajada y profundamente, entre pequeños gemidos de gusto y suspiros que se le escapan casi clandestinamente, a veces dice bajito mi nombre acompañado de un "Te amo".

El libro entre mis manos es un pretexto para no distraerla y que no descubra que la observo con picardía, que sonrío ante el descubrimiento de su cuerpo y de su ser que logra en mi sensaciones nuevas, desconocidas e intensas. Contengo un suspiro, mejor dicho lo disimulo, mientras ella escribe sin parar, sin darse cuenta que es observada amorosamente.

Siento hambre insaciable de ella, pero está ocupada y no es el momento, así que llevo mi fantasía hasta la cocina, me preparo un sandwich a donde transferiré mi apetito por ella. Lo preparo cuidadosamente, lentamente, sin prisa, como inician muchas veces nuestros encuentros de amor, disfruto cada instante en la preparación de ese bocadillo exquisito, en que mi regocijo entre sus brazos, enredado en su cuerpo y su melena, son solo unas rebanadas de carnes fías entre dos piezas de pan, pero para mi la representa a ella, así que me tomo tiempo en preparar lo que será mi cena, miro la hora, son más de las tres de la mañana y descubro que no la escucho trabajar, con mi refrigerio y un jugo en la mano vuelvo a la habitación.

Descubro con frustración que está dormida abrazando a la almohada, me perdí ese indescriptible ritual donde apaga su equipo de trabajo, ordena sus cosas y felina se pone de pie para caminar lenta y femenina hacia la cama, espléndida en su madurez, se ha dormido, el cansancio la agotó y no estuve ahí para recibirla en mis brazos, pero estoy ahora, de pie observándola dormir, parece una niña traviesa satisfecha de haber hecho alguna fechoría. Me encanta cuando corrige con perversidad mis escritos, sonriendo cuando me descubre un error, su sonrisa burlona y la altanería con que me lo señala. En esos momentos deseo tomarla entre mis brazos y besarla interminablemente.

Me acuesto junto a ella y la acurruco entre mis brazos... en la mesita de noche quedó un sandwich y un jugo olvidados.


De que sirve...

De qué sirven mis palabras si no estás para escucharlas y mis letras que se pierden en el silencio de la noche, cuando en vano te buscan y te escondes.

De que sirve el corazón sin el tuyo que lo abrigue, de que sirve el alma sin la tuya para unirse.

De que sirve mi insomnio sin tus brazos y  mi mirada sin el reflejo de tus ojos.

De que sirven mis caricias sin tu cuerpo y de que sirven mis besos sin tus labios.

De que sirve inventar poesía si no acudes al llamado y de que sirve la música si no te inspira.

Solo me sirven de consuelo porque aunque no estés aquí y te niegues a mi amor, estás... siempre estás.

Ilusión

Cierra tus ojos, sientes que me acerco por tu espalda, mis manos se posan en tus hombros y mi mejilla en la tuya.

Acaricio con mis labios la comisura de los tuyos mientras mis brazos te rodean por la cintura, mi pecho en tu espalda y tu cabello acaricia mi rostro.

Antes de que abras los ojos, me habré ido, acariciaré tus brazos desde tus muñecas hasta tus hombros, sin decir una palabra, me retiraré para que continúes tus labores cotidianas.

Partiré como llegué, en silencio... al abrir los ojos voltearás y no me encontrarás, pero mi fragancia llenará tu cuerpo y tu lugar... un suspiro escapará de tus labios y estarás segura de que estuve ahí, tú esperarás ansiosa mi regreso, yo esperaré ansioso tu abrazo.

Distancia

Tu voz en el teléfono
mis brazos queriendo alcanzarte,
Tu voz en el teléfono que se despide
que se corta de improviso
como una cuenta sin pagar…
y yo no tengo más remedio
que irme a la cama sin tus besos
dormirme otra noche sin tu cuerpo
recordándote
allá conmigo y aquí sin ti.

Poema al Padre.

Oye negra, ¿Te puedo hablar?
ya los chicos se han dormido
Asi que, así que deja el tejido que después te equivocas

Hoy te quiero preguntar
Por qué motivo las madres amenazan a sus hijos
Con ese estribillo fijo de ¡Ah, cuando venga tu padre!

Y con tu padre de aquí y con tu padre de allá
Resulta de que al final al verme llegar a mí
Lo ven entrar a Caín y escapan por todos lados
Y yo, que vengo cansado de trabajar todo el día
recibo de bienvenida una lista de acusados

Tú empiezas con tus quejas y yo tengo que enojarme
Igual que hacía mi padre al escuchar a su vieja
Entraba a fruncir la ceja apoyando a ese fiscal
Que en medio del temporal se erigía en defensora
Lo mismo que tú ahora que siempre me dejas mal

Si los perdono, ¡que ejemplo! ¡es así como los educas!
Si los castigo, ¡no tienes sentimientos!

A mí, a mí que llegué contento y no tuve más remedio
que poner cara de serio
Y escuchar tu letanía

A mí, a mí que me paso el día
pensando en jugar con ellos
yo sueño en llegar a casa y olvidarme felizmente del trabajo
de la gente y de todo lo que pasa

Los hijos son la esperanza
y el porqué de nuestras vidas

Por eso nunca les digas ¡ah, cuando venga tu padre!
No quiero encontrar culpables
quiero encontrar alegría
que no me pongas de escudo como lo hacía mi madre
que consiguió que a mi padre lo imaginara un verdugo

El llegaba y te aseguro que se acababan las risas
Y en lugar de una caricia o hablarle como a un amigo
lo miraba compungido presintiendo una paliza
y el pobre que me entendía, sacudiendo la cabeza
escuchaba con tristeza lo que mi madre decía
Y que él, y que él de sobra sabía

Que con éste no se puede, que me pinta las paredes,
que trajo las suelas rotas, que la calle, la pelota,
que me saca canas verdes
¡a la cama sin cenar! Aburrido me ordenaba
mi madre me consolaba y yo, yo lo culpaba a él
a él que había llegado recién de trabajar, cansado
y ya lo había yo amargado con todas mis travesuras
los hijos nunca analizan el sentimiento del padre
porque el brillo de la madre es tan fuerte que lo eclipsa
sólo le hacemos justicia cuando nos toca vivir
a nosotros su problema

ay, si mi padre viviera ¡que recién lo comprendo!
Y por qué nunca me dijo lo mucho que me quería
Si hoy yo sé cuanto sufría al ver enfermo a su hijo
Por qué me miraba fijo el primer pantalón largo
Y sé que, hasta me habrá besado cuando yo
estaba dormido

Hoy que todo lo comprendo
Por qué no estás a mi lado
Por qué no estás ahora para besarte bien fuerte
Viejo lindo
Y ofrecerte mi cariño a todas horas
Ves a tu hijo que llora, pero llora con razón
Porque te pide perdón pensando en aquellos días
En que ciego no veía que eras puro corazón
Déjame negra que llore, es tan lindo desahogarse

En fin, veamos, veamos que hacen nuestros
Futuros señores. Mira esos pantalones
Tápale un poco a la nena
Si, si ya sé, no me lo digas
Hoy se fué a la calle sola
Acuéstate rezongona, mañana, mañana será otro día.

Qué se siente

Que se siente, cuando notas mi mirada
deslizarse por tu espalda,
mientras que tú te desnudas, antes de irnos a la cama
e imaginas lo que viene
cuando al fin la luz se apaga
que se siente, al saberse deseada
percibiendo suavemente
que estás siendo acariciada
y una ráfaga de fuego
por tu cuerpo se propaga


Dime amor lo que se siente al sentirse tan amada
al notar como te abraza mi calor sobre tu vientre
dime amor que es lo que pasa ese instante por tu mente
dime amor lo que se siente y te juro por mi alma
que te haré sentirlo siempre
que te haré sentirlo siempre.


Que se siente, cuando el rito ya se acaba
y se frenan tus latidos
al quedarte relajada
recobrando lentamente
en tu corazón la calma.


Dime amor lo que se siente al sentirse tan amada
al notar como te abraza mi calor sobre tu vientre
dime amor que es lo que pasa ese instante por tu mente
dime amor lo que se siente y te juro por mi alma
que te haré sentirlo siempre
que te haré sentirlo siempre
que te haré sentirlo siempre…


José Luis Rodríguez