Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

PARA TI

Para ti
todas las noches de insomnio
que pasé imaginándote entre mis brazos,
sintiendo tu respiración
infundiendo un último anhelo de vida a mi ser.

Para ti
todas las gotas de lluvia
que una vez cayeron sobre mí,
cuando mi alma te buscaba
por entre sombras y ruinas.

Para ti
los delirios vehementes
que conmocionaban mi razón
cada vez que sentía inevitable tu partida
sin necesidad que no estuvieras.

Para ti
los pétalos de todas las rosas
que arranqué de mi jardín,
que todavía se conservan entre esta carta y guardan tu aroma.

Para ti
mi universo de estrellas
donde tú eres el sol
y mis ojos perdidos
en la dimensión de tu mirada.

Para ti
lo más importante:
mi vida
y con ella todo el amor
que jamás dejaré de sentir.

Tu beso es ancla y tormenta

Me tocas.
Siento tu frente en la mía,
suave primero,
cada vez más intensa.
Dices que así entro mejor
en tus ideas,
en tus recuerdos,
en tus sueños.
Como si entrara en el agua.
Casi al despertar me miras,
siento que me miras
con los ojos cerrados.
Dices que así me ves más hondo.
Me hueles.
Escucho que me hueles.
Dices que estoy en el aire que respiras.
Me devoras
lentamente
con tu sonrisa afilada,
navajas desenvainadas,
los dientes.
Me abrazas,
y te mueves como oleaje
llevándome
feliz
a la deriva.
Tu beso es ancla
y tormenta.
Fuertes y suaves a la vez,
tus labios,
como esa decisión
obstinada
en tener razón
para tirarla luego
toda
a estribor
por un beso.

Augurio

A esa hora todo es nuevo
y se escucha claramente
lo que apenas se mira.
Ella, la luz discreta,
respira en la ventana
mientras crece.

La madrugada
canta su fuga
todavía en la penumbra.

Su aliento de luz,
su música,
toca un filo de tu rostro,
toca tu cuello
y sostiene tus hombros.

Tiende hilos delgadísimos
que ondula
para insinuar
el doble esplendor
de tu pecho, 
de tu cintura,
del astro que despierta
en tus caderas.

La luz en ti
resuena inquieta
en todo mi cuerpo
y tu contorno leve,
danzante al despertar
da forma al día.

Sin saberlo me anuncias
y al hacerlo me confirmas
que el día será muy bueno.

Por la nuca te beso

Hay besos boca a boca
que comienzan en la nuca
como hay en la luna huellas  
de los labios del sol.


Besos como dedos
que se abren y se cierran
en la nuca,
que despeinan,
o alborotan las ideas
sembrando su flor de anhelo
en raíces
donde esos labios
no suelen ir.


Son besos silenciosos
que acechan
detrás de las orejas,
muerden lóbulos,
exploran laberintos,
asaltan parpados
y dejan miradas húmedas
que, claramente, no se ven.


Besos mudos
que tardan en llegar
a su cita estruendosa
con la lengua amada
porque vienen siempre
desde muy atrás.


Besos de amaneceres ciegos,
donde la luz aún no nos mira                                                             pero nos moja sin parar.

Doble amanecer

Te digo, tengo sed.
Me dices,
mi pecho, ya,
quiere ser bebido.
Te digo
que mis labios
ahí se han perdido.
Me dices que ya encontraron
durezas
donde detener su desvarío.
Te digo que entre tus pechos
me convierto en río.
Me dices,
con un largo gemido,
que en tus mares
ya me has hundido.
Un solo instante
y amanezco dos veces:
en tu pecho
duplicas mi sed,
mi frío, mi calor,
mi perturbación,
mi alivio.
Y en mis labios no deja de temblar
eso tan tuyo que haces doblemente mío.

Con el sol en la maleta

Tengo triste el corazón 
Tengo pena en el amor 
Busco remedio a este dolor 
Pongo el alma en alquiler 
Tiene vistas al querer 
Busco y comparto amanecer... 

Pongo el mar a orilla de tus besos 
Traigo lluvia por si tienes sed 
No preguntes amor... Amor solo se 
Que el mundo nació donde yo te encontré 

Solo sé que me vi 
Con la vida aleteando en el vació 
Con el sol en la maleta por si el frió 
Me agarraba sin saber a donde ir 
Solo sé que dormí 
En el nido donde duerme el universo 
Con tu risa decorándome el silencio 
Pido al aire que me baile para ti... 

Tengo triste el corazón 
Tengo pupa en el amor 
Busco refugio a este dolor... 
Traigo el aire envuelto en un suspiro de pasión 
Tengo que pedirte por favor 
Que desembales mi corazón 

Pongo el mar a orilla de tus besos 
Traigo lluvia por si tienes sed 
Tengo un nudo en la voz..... Perdóname amor 
Las penas no caben en una canción 

Solo sé que me vi... 

Así resguardarme del viento 
En una esquinita de tu piel 
Voy desembalando el universo 
Por si tu lo vuelves a querer...

Canta Rosana

Te imagino

Te imagino y la soledad se me llena de ti 
Y no es fácil poder decir lo que llego a sentir 

Llevo tiempo buscándote 
En mi alma y mi piel 
Llevo tiempo soñando que 
No te quiero perder 

Eres tan frágil como la luz, abres mi amanecer 
Si no me alumbras yo, no me acabo de encender 
Y soy un corazón que se derriba 
Y late cada vez con menos vida 

Llevo tiempo buscándote 
En mi alma y mi piel 
Llevo tiempo soñando que 
No te quiero perder

Canta: Rosana

El hombre que volaba

Llegó a su ventana y le sonrió con su mirada de ojos pequeños y sonrisa pícara, como de niña traviesa. Le miró hasta el fondo de su alma y lo hizo sonreír. Así fue la primera vez que tuvieron cercanía.

Siguió llegando sin precio aviso y él no podía ser más feliz, se estaba enamorando.

Un buen día ella le mostró sus espléndidas alas y sin más explicación lo llevo a volar. Él se sujetaba fuertemente a ella, no por miedo de caer sino por sentir la calidez de su cuerpo y sus brazos rodeándolo.

Así volaron varias veces, se contenía de besarla para no romper el hechizo y perderla para siempre. Tal vez ella leía sus pensamientos porque en ese instante lo besó. Un beso largo, sincero, de esos que vienen desde lo más profundo del alma. El supo inmediatamente que quedaría unido a ella por toda su vida y no le importó pues era feliz.

Sonreían y bromeaban, se contaban sus secretos y volaban, volaban todo el tiempo, en la madrugada, en la mañana, por la tarde y en la noche. Bajo la intensa lluvia o bajo la luz de la luna, tocaban el cielo, nada importaba solo el estar juntos. Volaban sin reserva ni medida, sin recato ni pudor.

Disfrutaban volar juntos, apasionada o tiernamente, cuando lo hacían, ella invariablemente clavaba sus uñas en la espalda de él y él lo disfrutaba, se aferraban uno al otro, una y otra vez, y otra vez, y otra vez... Volaban hasta el cansancio, solo para una vez repuestos, iniciar una vez más.

Cuando terminaban agotados, sudorosos, plenos y satisfechos, ella guardaba sus alas y se refugiaba en el pecho siempre dispuesto de él. Así permanecían casi sin moverse, para no separarse, por si esto no fuera suficiente ella lo aprisionaba con sus piernas para que no escapara, cosa que no era necesario pues él no deseaba hacerlo.

Pero ella se alejó, lo dejó sin respuesta a su llamado, ya no volvió. Desde entonces mira con descuido a la ventana donde la vio por vez primera, por si ella vuelve... Pero ha pasado el tiempo y no aparece, ya no sabe más de ella, piensa que nunca volverá. Él se pregunta para qué lo llevó a volar si finalmente lo dejaría para siempre.

Canción a Mabetxu

Sólo algunas palabras
vuelan por mis versos
otras en cambio huyen
a besar tu piel.

Tu cadera paradigma
de la expresión.

Vienen a mí las palabras,
a veces como una inquietud,
a veces como un dolor,
a veces como grisácea oquedad.

Pero casi siempre
prefieren navegar
por el océano desnudo
de tu cuerpo.

Verbo perenne 
de la belleza.
Latido de mi tierra.

Dígale

No ha podido olvidar mi corazón 
aquellos ojos tristes 
soñadores que yo amé.

La dejé por conquistar una ilusión 
y perdí su rastro 
y ahora sé que es ella 
todo lo que yo buscaba.

Y ahora estoy aquí 
buscándola de nuevo y ya no está 
se fue.

Tal vez usted la ha visto 
dígale...
que yo siempre la adoré 
y que nunca la olvidé 
que mi vida es un desierto 
y muero yo de sed.

Y dígale también 
que sólo junto a ella puedo respirar.

No hay brillo en las estrellas 
ya ni el sol me calienta... 
y estoy muy solo aquí 
no sé a dónde fue 
por favor dígale usted.

Fueron tantos los momentos que la amé 
que siento sus caricias 
y su olor está en mi piel 
cada noche la abrazaba junto a mí 
la cubría de besos 
y enre mil caricias 
la llevaba a la locura. 
Y ahora estoy aquí 
buscándola de nuevo y ya no está 
se fue.

Tal vez usted la ha visto 
dígale... 
que yo siempre la adoré 
y que nunca la olvidé 
que mi vida es un desierto 
y muero yo de sed.

Dígale también 
que sólo junto a ella puedo respirar 
no hay brillo en las estrellas 
ya ni el sol me calienta... 
y estoy muy solo aquí 
no sé que donde fue 
por favor dígale usted 
dígale.


Canta: David Bisbal

Hombre roto

Ella primero rompió todos sus acuerdos, después paulatinamente le quitó lo que le daba y que lo enamoraba. Dejó de visitarlo en su lugar secreto, de escribirle y de contestarle sus mensajes.

También ella cambio un mágico lugar por un paraje siniestro.

Luego vino lo peor, el silencio... la indiferencia... y finalmente el desprecio.

A ella no le importaba lo que para él era valioso... sus fechas.

Al ver todo esto, él dejó aquel lugar secreto lo más bello posible para ella y partió regalándole así su ausencia a quien no apreciaba su presencia.

Amándola más que nunca, se alejó lentamente con un vacío profundo en su pecho... Él estaba roto.

Sosiego

Como un ave de paso
te gano en ansia loca,
vagabundeando lento
en la isla de tu infierno.
Humedeciendo de sabor,
con boca y manos sabias,
los bordes de la hondura,
que, indócil, se revoluciona
en tormentas afectuosas
atrapando con nectarina
cadencia de suave cristal.
Y allí quedo, sin despertar,
perpetuo preso de esa flor
en la que anido en sosiego.

POR QUÉ?!...

POR QUÉ?... PARA TI
Por qué no insististe casi nada, si conocías mi actuar cuando me embarga la tristeza?
Por qué no me rescataste de ese lugar, al que sabes suelo ir?
Por qué dejaste de escribir cuando más te necesitaba?
Por qué perdiste tan rápido la paciencia?
Por qué me juzgas, si sabes quién soy?
Por qué me domesticaste?
   
POR QUÉ?... PARA MI

Por qué te añoro tanto?

Por qué estás siempre presente?
Por qué no logro olvidarte?
Por qué me hago daño al no estar contigo?
Por qué trato, he tratado de regresar, una y otra vez  y no puedo?
Por qué te amo tanto?

POR QUÉ?... PARA AMBOS
Por qué hicimos unos votos de amor?
Por qué nos unimos con el hilo rojo invisible?
Por qué creamos nuestro mundo real y de fantasía?
Por qué amándonos fuimos un si / si?
Por qué nos entregamos en cuerpo y alma?
Por qué tanto silencio que nos separa?

POR QUE?!...

Mirándome al espejo

Afuera la mañana nublada y lluviosa de primavera, mientras tanto estoy parado frente al espejo decidiendo si me afeito o no, para después vestirme y salir a mis labores cotidianas.

Noto más canas en mi barba de tres días y en mi cabello, miro con más detenimiento mi rostro, sin vanidad ni ostentación, hace mucho que pasé por eso, años, muchos años. Ahora estoy en otro estado, tranquilo, sereno, con más experiencia y viviendo mi mejor momento, en equilibrio... con paz interior.

Repaso cada una de mis pequeñas cicatrices, algunas muy viejas y casi imperceptibles, me refiero a las visibles, a las del rostro, las del corazón no se ven, pero se que están ahí, especialmente la más reciente. Pienso en la habilidad que he adquirido para reconstruirme después de cada caída, tenía que hacerlo, tropiezo mucho porque intento mucho, diría que persevero en mi necedad, hasta conseguir lo que busco.

Hago un rápido y breve repaso de mi vida, no me la complico y cuido de no complicarla a nadie, espero lo inesperado, procuro estar alerta a lo que viene y las cosas más sencillas me alegran el día, así concluyo que estoy bien, que he vivido intensamente cada instante, lo he disfrutado, soy un hombre afortunado... soy feliz.

Me sonrío frente al espejo, satisfecho pero no conforme, tengo muchas cosas por hacer y estoy en ello.

Me visto y salgo sonriendo y silbando una melodía alegre, esa que me gusta tanto cuando las cosas van bien. Decido que la barba crecida está de moda y no me afeito. La verdad es que me ganó la pereza de hacerlo y precisamente por eso sonrío y silbo.

Afuera paró de llover.

Seguiré mi viaje

Ya todo lo llenas tú
Ya no soy nada en ti
Y te voy a dejar
Al fin tú eres feliz
Ni lo vas a notar

Soy dolor que nunca te ha dolido
Soy amor que ha fuerza se ha metido
Soy una simple comparsa,
Y por eso me voy

No sufriré tu altivez
Aunque puedas vivir
Con el mundo a tus pies
Si mi más grande amor
Tan pequeño lo ves

Me haces menos y ese es mi coraje
Y  si no te gusta lo que traje... adiós
Que de algún modo...
Seguiré mi viaje...

No sufriré tu altivez
Aunque puedas vivir
Con el mundo a tus pies
Si mi más grande amor
Tan pequeño lo ves

Me haces menos y ese es mi coraje
Y si no, y si no te gusta lo que traje... adiós
Que de algún modo...
Seguiré mi viaje...

Autor: Álvaro  Carrillo

NADA ES LO MISMO EN EL BOSQUE ENCANTADO

Las Rosas y las Margaritas fueron suplantadas por bellas Dalias rojas y moradas que al  mezclarse daban un color azul que parecía andar por el cielo.

En el Lago ya no estaba el Bote, sólo una pareja de hermosos Cisnes blancos que entrelazan perennemente sus arqueados cuellos.

La Fuente fue transformada en una bella Morada para un Ruiseñor de plumaje rojizo y de canto muy melodioso que se escuchaba incluso en lo más cerrado de la noche.

El viejo Faro frente al mar de la ilusión fue convertido en un espectacular Mirador, donde el tiempo parecía detenerse en todo su esplendor.

La Cabaña desolada fue devastada y allí se erigió el Templo del Amor, en el centro como símbolo se colocó el hilo rojo invisible y la llave de la cabaña.

El Corcel negro azabache con mucho temperamento y fuerza, fue relevado por una criatura hermosa, sabia y majestuosa, un Unicornio blanco llamado Mío.

El último Dragón Entusiasmo por ser robado, con mucho pesar le fue devuelto a su Dueño.

Los Muros fueron derrumbados levantándose un Pórtico que permitía la entrada a un lugar que sí permaneció intacto. Lugar donde el alma sensible de la princesa se complacía con el aspecto melancólico que ese pasaje le brindaba… El Bosque de la Melancolía.

Quiero ser

Quiero ser...

La almohada donde posas tu cabeza
El peine que desenreda tu cabello
La lluvia que recorre tu cuerpo
La brisa que te hace añorar
La luna que hace suspirar
El viento que te acaricia
La sábana que te cubre
La caricia de tu alma
El sol que te da calor
Quiero ser de ti
Siempre
Para ti.

NADA ES LO MISMO

No es bueno repetir lo que está dicho.
Después de haber hablado,
De haber vertido lágrimas,
Silencio y sonreíd:

Nada es lo mismo.
Habrá palabras nuevas para la nueva historia 

Y es preciso encontrarlas antes de que sea tarde.

La cantante

Todos los bares son íntimos y pequeños, o al menos eso es la idea que tengo debido a los pocos que conozco y que solamente visito en muy contadas ocasiones, como esta vez en que un viejo amigo me citó para proponerme un negocio.

Joven y bella llegó la cantante para cantar canciones románticas, con su larga caballera y su vestido oscuro que contrastaba con su piel blanca, casi nadie le ponía atención pues cada quien estaba en sus propios asuntos. Tenía muy buena voz, aterciopelada, femenina y sensual, además de contar con su propio estilo y sentir cada palabra o al menos así lo transmitía su interpretación.

La conversación con mi amigo continuó mientras ella seguía cantando hasta que en la canción final, percibí lágrimas en sus ojos grandes y expresivos, a pesar de que los reflectores las ocultaban, la letra era muy triste y más que interpretar, ella estaba recordando.

Unos pocos aplausos se escucharon y cuando paso a mi lado discretamente le entregué mi pañuelo, que aceptó sorprendida, con una leve sonrisa y una mirada de agradecimiento, así siguió su camino sin decir palabra.

Pasó un poco más de tiempo y la hora de partir se acercaba, cuando un mesero inesperadamente se acercó para devolverme el pañuelo que había dado a la cantante, mi acompañante pareció no notarlo.

Se pagó la cuenta y mi amigo y yo nos despedimos. Al llegar a casa y poner el pañuelo en el cesto para la ropa sucia descubrí adentro del mismo una pequeña nota, escrita con letra femenina, muy breve y directa; "Muchas gracias mi caballero, un beso, buenas noches." Sonreí complacido, tiré la nota y me dispuse a dormir satisfecho.

El negocio que me propuso mi amigo, no se concreto.

Sosiego

Como un ave de paso
te gano en ansia loca,
vagabundeando lento
en la isla de tu infierno.
Humedeciendo de sabor,
con boca y manos sabias,
los bordes de la hondura,
que, indócil, se revoluciona
en tormentas afectuosas
atrapando con nectarina
cadencia de suave cristal.
Y allí quedo, sin despertar,
perpetuo preso de esa flor
en la que anido en sosiego.

Te vienes

A veces, algo tuyo queda en mí,
adhesiva permanencia de gozos,
oportunidad  de más que perturba.
No hay otras manos en revoloteo
que ahoguen tan larga complacencia,
júbilo de viajes a último momento,
 y todo el gusto de haberte sentido.
Solazando resabios de días juntos,
suavidad de aguamieles candentes,
liberan, indecentes propuestas azules
en la victoria con que tu ausencia
me visita en esa permanencia
que aguardo hasta que te vienes.

Sábana de arriba

Me instalé cuidadosamente doblado 
entre la ropa blanca del closet 
Sacaste las sábanas de tu cama 
y me pusiste de sábana de arriba 

Te deslizaste debajo de las tapas 
y te cubrí centímetro a centímetro 

Entonces fuimos barridos por el huracán 
y caímos jadeando en el ojo de la tormenta 

Ahora yaces bañada en transpiración 
con la vista perdida en el cielo raso 

y la sábana de arriba aún enredada entre las piernas.


UNA HISTORIA CORTA

Entre recuerdos y sueños, 
sigue siendo mi eterno caballero 
y yo su princesa ángel... 
Tú y yo. 

Propuesta

Yo te propongo 
Que nos amemos 
Nos entreguemos 
Y en el momento 
Que el tiempo afuera 
No corra mas 

Yo te propongo 
Darte mi cuerpo 
Después de amar 
Y mucho abrigo 
Y más que todo 
Después de todo 
Brindarte a ti mi paz 

Yo te propongo 
De madrugada 
Si estas cansada 
Darte mis brazos 
Y en un abrazo 
Hacerte a ti dormir 

Yo te propongo 
No hablar de nada 
Seguir muy juntos 
La misma senda 
Y continuar después de amar 
Al amanecer, al amanecer

Autor: Roberto Carlos

Mereces un amor

Mereces un amor que te quiera despeinada, con todo y las razones que te levantan de prisa, con todo y los demonios que no te dejan dormir. 
Mereces un amor que te haga sentir segura, que pueda comerse al mundo si camina de tu mano, que sienta que tus abrazos van perfectos con su piel. 
Mereces un amor que quiera bailar contigo, que visite el paraíso cada que mira tus ojos, y que no se aburra nunca de leer tus expresiones. 
Mereces un amor que te escuche cuando cantas, que te apoye en tus ridículos, que respete que eres libre, que te acompañe en tu vuelo, que no le asuste caer. 
Mereces un amor que se lleve las mentiras, que te traiga la ilusión, el café y la poesía.

ELUCUBRANDO

Tanto como sea necesario
Tú y yo, una y otra vez y otra vez, somos uno.

Amándonos, sin reservas ni medidas,
Entre suspiros y me quitas el aliento,
Más allá del infinito, 
En un mundo mágico, único y excelso,
Entre nubes, en un bosque encantado con la luna, 
En un balcón bajo la lluvia, en la cama, en el sillón… 
Con un hilo rojo que enlaza nuestras almas.
Con versos, poemas y canciones.
Entre miradas, eres mío y no, no, no, quiero que se acabe la noche, 
llega en silencio el amanecer y con él la despedida.

Y al final un: “se me antoja” que nunca había escuchado! 

Entre tú y yo

Entre tú y yo faltan palabras, caricias, noches y amaneceres por compartir.
Entre tú y yo hay una historia de romance, amor, pasión, hay una historia inconclusa.
Entre tú y yo hay un cuerpo que late bajo el mismo  ritmo piel con piel, estremecimiento y entrega total.
Entre tú y yo hay fantasía, realidad, sueños y hechos, muchos hechos que nos afirman y nos unen.
Entre tú y yo no hay distancia ni tiempo, aunque el silencio nos envuelva.
Entre tú y yo hay arena, luna y mar.
Entre tú y yo hay más, mucho más de lo que queremos reconocer y que ambos nos empeñamos en callar.
Entre tú y yo sabemos que somos lo mejor para el otro y que nunca habíamos amado así, ni siquiera en sueños.
Entre tú y yo hay alas de ángel, pétalos de rosa, un bosque, una cabaña, un faro, un mundo que solo es nuestro.
Entre tú y yo nadie existe porque solo somos nosotros cuando estamos juntos... o separados, aun así los demás no existen.
Entre tú y yo no hay diferencia, ninguno es mejor ni superior, solo somos seres que nos entregamos sincera y verdaderamente en igualdad.
Entre tú y yo también hay incomprensión que nos hace alejarnos,  hay silencios, tal vez demasiados, pero nunca suficientes para romper lo que nos une y hace fuerte nuestra relación.
Entre tú y yo todo es intenso, nada es a medias, todo es a morir, así en la lucha como en el amor.
Entre tú y yo volvemos fantasía la realidad y la realidad fantasía.
Entre tú y yo las diferencias son absurdas, provocadas, porque hay perfecta comunión en nuestras miradas, nuestras caricias, nuestros besos, nuestro amor.
Entre tú y yo no hay mentiras, pero si mucho abuso de tu lado, poca paciencia del mío.
Entre tú y yo armonía, tú eres fuego y yo agua que lo apacigua, lo sacia y lo calma.
Entre tú y yo no concebimos un mundo que pudiera existir sin nosotros, porque tu eres mi mundo y yo soy el tuyo.
Entre tú y yo, a pesar de las circunstancias, nunca morirá el amor, no importa que hagamos o digamos porque el amor verdadero lo descubrimos entre tú y yo.

En ti el aire se hace noble...

En ti el aire se hace noble, costa de arena fina la piel, la carne el mar extenso y el amor más dulce, la más armónica marea.

Noches de velos ariscos, tus ojos...

Noches de velos ariscos, tus ojos: 
mi carne, toda un lento eyacularse, 
frente a ellos se muere, 
se cierra más allá del tacto, 
se niega toda puerta, 
y como un misterio te encuentra, 
dentro de sí, 
oración milagrosa, 
vedada alteración sin nombre 
que me obliga a entregarme.

Embriágame

Me consumes
Me fatigas
Me desarmas
Me aniquilas
Me matas
Me encantas
Te deseo
Un deseo
Mi deseo
Deseando té
Té en la mañana
Té al mediodía
Léeme. Embriagamé. Destrozamé.
Quiéreme, suicida, loco.
Maniático, perverso.
Quítame el frío.
Agítame.
Lléname la noche, lléname la vida.
Mi vida.
Y hablamé.
Sobre todo dime algo.
Quiero oirte,
y decirte…
Que te siento.
Que al tocarme,
eres como el viento.
Suave y dulce.
Furia y fuego.
Cuando besas,
eres tan extrema…
Que me impregnas de vacío,
y me dejas en silencio.
Cuando marchas;
y no te veo.
Pienso en el momento
que el sentido se hizo sentimiento;
y vibramos apretados.
Pensamos que éramos de acero.
Y así, se encontraron nuestras almas.
Así, construímos nuestro cielo.

LA CABAÑA DESOLADA

En la oscuridad  de la noche
desesperadamente a un ritmo desahuciado,
decidí ir a la cabaña.
A buscar qué? 
Aún no lo sé o tal vez no quiera decir qué sentimiento me invadió.
Al llegar al lugar, la cabaña rodeada de una red de espinos, casi imposible entrar.

Toqué la puerta unas cuantas veces, pero nadie parecía estar dentro
decidí a pasar sin ser invitada, siempre podía hacerlo y aún conservaba la llave.
Sólo pude apreciar una llama perpetua y frágil…
Quizás el humo de la chimenea o simplemente  alucinaciones ante la quietud silenciosa en la contemplación y la unión entre el corazón y el alma?.
Recuerdos de algo que si fue nuestro o sólo sombras como ceniza diluida?.
Luego todo se torna irreproducible….
Me alcanza el silencio arrullador de la calma, 
pudiendo intuir que no existe nada.
Y dónde estoy yo exactamente?
En un lugar tan punzante como las lúgubres espinas de mis rosas.
Tu voz se escapa de mi alma.
Amamos inútilmente?

Al siguiente día devastados los restos de la cabaña, donde se erigirá  el templo del amor o un mirador.

El niño

El niño 
que yo fui 
no ha muerto 
queda 
en el pecho 
toma el corazón 
como suyo 
y navega dentro 
lo oigo cruzar 
mis noches 
o sus viejos 
mares de llanto 
remolcándome 
al sueño. 

LA MUERTE DE LOS AMANTES

Poseeremos lechos colmados de aromas
Y, como sepulcros, divanes hondísimos
E insólitas flores sobre las consolas
Que estallaron, nuestras, en cielos más cálidos.

Avivando al límite postreros ardores
Serán dos antorchas ambos corazones
Que, indistintas luces, se reflejarán
En nuestras dos almas, un día gemelas.

Y, en fin, una tarde rosa y azul místico,
Intercambiaremos un solo relámpago
Igual a un sollozo grávido de adioses.

Y más tarde, un Ángel, entreabriendo puertas
Vendrá a reanimar, fiel y jubiloso,
Los turbios espejos y las muertas llamas.

La noche es una mujer desconocida

Preguntó la muchacha al forastero:
—¿Por qué no pasas? En mi hogar
está encendido el fuego.

Contestó el peregrino: —Soy poeta,
sólo deseo conocer la noche.

Ella, entonces, echó cenizas sobre el fuego
y aproximó en la sombra su voz al forastero:
—¡Tócame! —dijo—. ¡Conocerás la noche!