Llevo en mi maleta pocas cosas:
Tu sonrisa, el día de ayer y algunos versos.
Llevo una muda, por si despierto.
Y recuerdos, pocos; dichosos, los más.
Llevo algunos sueños, los que pueda alcanzar.
Mi maleta es ligera, siempre.
Procuro no cargar rencores, días malos, pero tampoco días demasiado buenos. Prefiero, en todo caso, y si el sol me despierta, volver a planear.
Prohibido, en mi equipaje, todo lo que pudo haber sido y no fue; prohibida ella, prohibido aquel, y esos que solo buscan importunar.
Viajo asi, ligero de ropa, ligero de memorias para, en cada puerto, volver a empezar.
Una camisa, unos tenis cómodos, un cepillo de dientes y, a veces, tu sonrisa cuando quiero el día iluminar de esencias ajenas.
Llevo poco: una tarde, una luna y el beso aquel que se perpetúa en el alma y en la piel.
Llevo poco, muy poco; algo de sed y hambre, algo de fiesta, algo de antojo.
Tan poco llevo, que cada día es nuevo, y cada mañana es esperanza.
Así mis días, mi equipaje.
Así, no más.
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