Hubo una vez un
Caballero Andante
con pesada armadura,
escudo y lanza
de miles de leguas
incansable caminante...
Campeón de mil
torneos
buscaba un Castillo
de Felicidad
para su ansiada y
recordada amada
Que hacía mucho
tiempo le esperaba...
Hubo una vez un
Caballero Andante ,
Luchador de cientos
de batallas
caminaba junto a su
fiel corcel cansado
con el yelmo
colgando en su montura...
En aquel camino
agreste casi sin agua ni alimento
estaba a punto de
rendirse...
Cuando sentándose
pesadamente
en una piedra a
descansar...
Con la vista nublada
todavía,
ve un resplandor de
donde sale
Otro caminante...
Un venerable anciano
de larga barba blanca
y túnica roída por
el tiempo...
¡De donde vienes y
quien eres anciano!
Increpó con voz
autoritaria el Caballero...
"Vengo de donde
se vuelve y no se vuelve..."
contesta el anciano
con voz dulce pero segura,
Extrañamente no
parecía cansado
pero le dijo que
tenía sed,
A lo que el
Caballero sin pensarlo
le acercó una bota
de cuero
con los útimos
sorbos de agua que le quedaban,
Y como adivinando su
pensamiento
el anciano sigue
diciendo:
"He visto el
castillo de tu amada doncella
por cierto, está muy
cerca del cielo...
Pero no podrás abrir
sus puertas
sin esto que te voy
a regalar...
más fácil será
llegar hasta él si abres tu alma
Y me escuchas con
detenimiento..."
Y metiendo su mano
derecha en su viejo bolso
extrajo algo cuyo
resplandor
cegó por momentos la
vista del Caballero Andante...
"Son las llaves
de oro, agregó, que necesitas valiente Caballero,
el castillo está
lejos, allá junto a las nubes...
pero sólo podrás
encontrarlo si abres también
las puertas de tu
espíritu con éstas llaves que te daré..."
"Allá lejos,
muy lejos te espera tu hermosa doncella
Pero su corazón y su
alma tienen como el castillo
puertas que debes
abrir siendo noble y siguiendo
Estos sencillos
consejos..."
Una bruma color azul
turquesa invadió el ambiente
y se mezcló con la
luz
que rodeaba al
venerable anciano,
Quien con voz clara
y sonora le habló...
"Amala con
locura pero compréndela,
Llénala de ternura
junto con tu pasión
Haz de su cuerpo un
templo
Porque si lo carnal
es importantísimo
No es lo único y
esencial...
Nunca la hagas
sentir como un objeto,
Házla tu Dama de verdad,
Respétala en todos
los sentidos,
Dále la razón cuando
la tenga...
Y aprende a pedir
perdón con humildad
Y nunca le mientas,
Háblale con dulzura
No la llenes
solamente de joyas
porque así nunca
comprarás su verdadero amor,
Escucha su voz
Como el trino de los
pájaros en la mañana
Sorpréndela cada día
con una nueva emoción,
Pues el detalle más
sencillo
puede ser un tesoro
para ella...
Tómala por sus manos
y bailen un vals...
Cántale una canción
con tu laúd
cual enamorado
trovador,
Cuéntale tus
triunfos en batalla
pero habla más de
ella que de tí...
Abrázala estrechando
su cuerpo con el tuyo
Recítale un poema en
su honor..."
Y cuando levanta la
cabeza el Caballero Andante,
todavía como
despertando de un largo sueño...
Encuentra en sus
manos aquellas llaves de oro
Y ve perderse al
anciano transformado en jóven ángel
Dentro de aquella
bruma de felicidad,
y a lo lejos, cerca
de las nubes
Vió el más hermoso
Castillo que jamás había soñado...
No hay comentarios.:
Publicar un comentario