Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Recuerdos, felicidad efímera

Era una noche cálida y sombría, de las que erizan la piel al respirarla de las que llenan la sangre de incontables locuras. La Princesa va con el rumbo perdido, sin brújula   que le marque destino, sólo tratando de agarrar el viento que la lleve a lo desconocido… buscando una estela que la rescate de las grietas amargas y las cimas profundas… Esperando que cualquier agonizante noche del bosque de la melancolía, iniciara la matanza de los inolvidables momentos.
Su mente ha volado lejos y el cuerpo, solo, responde a los estímulos del sonido. Durante horas caminaba, caminaba en la oscuridad del Bosque, bailó entre los árboles, inconsciente de que las piernas comienzan a fallarle. Tiembla de agotamiento y la oscuridad la envuelve antes de caer al suelo violentamente, su mente no regresa aún. De pronto la princesa escucha una voz tenue, que no sabe de dónde proviene… 
Estás aquí, el no saber qué haces aquí exactamente, te perturba. La ansiedad te paraliza y apremia tu cautiverio riéndose desbocada en algún punto de tu interior. Cuando ya solo te queda abandonarte al olvido, entre las rendijas te aferras una felicidad efímera que se acurruca en la noche sin ningún remordimiento, llamada Recuerdos...

Princesa, cuánto duele la ilusión de querer regresar los días?!…. Sólo buscas consuelo al decir que al Caballero lo has sentido todas las noches, escuchando su voz en los turbios silencios, besando tus labios en las sombras, atrapada en cada verso de sus poemas, en la luna que alumbraba sus horas cubriéndolas de un sueño… y siempre piensas que él está ahí, en algún lugar del camino iluminándote con sus palabras el alma, sintiendo con sus caricias como si una nube de algodón te envuelve… Sabiendo que es un sin retorno del tiempo.

Y entonces lloras, lloras porque destruyes lo que amas, sin dilucidar que al hacerlo causas daño a la Princesa, a ti misma.  Pero  mientras sigas sentada cada noche  sobre la oscuridad del silencio, mojada en tu amargo llanto,  o caminando  en medio de las tinieblas, donde se agotan las lágrimas, contemplando perdida el firmamento y viendo pasar la vida sin destellos de esperanza, y viviendo sólo de recuerdos,  tu alma continuará danzando vacía sobre la espuma y así,  jamás encontraras el Don que tanto anhelas. 
Continuaba  la voz tenue en la mente de la Princesa, recuerda lo que te dijo el Elfo de la Luz:   “Si puedes cerrar tus ojos, ver tus ilusiones dibujadas en tu pensamiento, no hay duda….”
La princesa sabía que no pudo detenerse a tiempo, que no puede regresar el tiempo, ni detenerlo... ese amor verdadero... nunca sabrá qué clase de amor fue, es un amor que jamás se volverá a repetir... Un amor que jamás volverá. Al darse cuenta de esto la princesa soltó una lagrima, no podía remediar lo ya hecho.
Con una lágrima se quedó pensativa…

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