La
verdad es que la Princesa no tenía por qué escribir si el Caballero estaba a su
lado… Para ella era un amor de caricias tiernas, de miradas eternas,
de toques ardientes, un amor de inmensurable, incontenible desbordándose
sin medida, un amor que no dejaba de crecer…
Así que
les invito entonces a llegar a conocer la verdad. Me refiero a la verdad
de todo, de todo lo que ven, leen y oyen… 'seudología fantástica' “Que es
una compulsión a imaginar una vida, unos acontecimientos y una historia en base
a causar una impresión de admiración en los espectadores.”
Va
cayendo lentamente la tarde y el sol lanza sus débiles rayos a través de los
árboles del bosque, dando un color rojizo a las hojas que se mecen al compás
del viento, las cuales caen al suelo como caían los sueños de la Princesa al
encontrar unas notas dirigidas al Caballero por el hada azul, quien desde hacía
tiempo lo merodeaba y trataba de seducirlo. A pesar de las advertencias y de la
petición hecha por la Princesa, él hizo caso omiso.
No hubo
entendimiento, ni juicio, ni razón… La noche tímidamente empezaba a hacer su
aparición y con ella, la ira envolvía a la Princesa. No tenía deseos de
hablar, el silencio también se apoderó de ella, por lo que decidió ir lugar
donde nacen las pesadillas; lugar brumoso y traicionero… al Bosque de la
Melancolía. Era un espacio donde le gustaba estar, pero que desde hacía tiempo
no lo recorría pues por instrucciones del Caballero estaba rodeado peligrosos
dragones… Eso muy poco le importó a la Princesa, su cólera era mayor que la
fuerza de éstos.
Al
llegar al bosque caminó por atajos que sólo ella conocía, en el trayecto se
extrañó que siendo el lugar donde ella era frágil y vulnerable, ni siquiera una
lágrima hubiera derramado, como siempre allí solía hacerlo. Pues esta vez no,
mientras más pasaban las horas refugiada en el bosque, todo se ensombrecía,
enturbiaba sus sentidos. Rodeada de una oscuridad opaca que se le pegaba como
una segunda piel y procurando penetrarla para llegar a su propia esencia,
intentando robar su propia alma para alimentarse de ella.
Oscuridad
opaca que la penetró, logrando evocar inexorablemente desde lo más profundo de
sus sentimientos la ira y el odio por todos aquellos momentos en que la palabra
hipócrita engaño a sus oídos ávidos de melodía…
Verdaderamente
perturbada, prisionera de su cólera, salió del bosque y se dirigió al castillo,
enfurecida busco los escritos y los colocó en su alcoba cual hermosos
cuadros…
Mientras
más los leía, un corazón que le habían prestado latía con una desarmonía
espantosa, su amor por el Caballero desvanecía.
Al
sentir la lejanía de la Princesa y su silencio, el caballero insistía en saber
cuál era el motivo de su comportamiento y el por qué en sus ojos ardía un
brillo extraño… Tanto insistió que la Princesa respondió:
Sonrió,
sus labios formaron una línea alargada que se parecía más a una mueca,
sumamente perversa, que a una sonrisa; ésta recordaba los escritos.
-Caballero
usted debe hacerse responsable de las consecuencias de sus actos y esto no es
invento mío, no son mentiras… muy claro el hada escribió para usted, entre
otras muchas frases:
- “Tu
voz que con palabras suaves y tiernas y tu modo de noble señor,
inspiran mis sentidos”
“Tu
sabes que te cuido y estoy pendiente de ti caballero de noble
corazón y romanticismo a flor de piel”
-A esto
llamas calumnias infundadas sin sustento ni razón?!… falsa percepción?!... Y es
que tienes el descaro de abrumarme con argumentos que no tienen menor
asidero.
-Le
recuerdo Caballero lo que me hacía sentir su voz, dijo la Princesa:
-“Tu
voz es mi paz, el arrullo del alma, la pasión y seducción de mi cuerpo y mi
mente, me elevan, me llevan...”
-“Tu
voz el juicio ante mis locuras. Con ellas me enamoras cada día más y más.”
-Qué
ironía Caballero, con su voz me enamoró y por su voz con palabras suaves
y tiernas que también profesaba al Hada, todo se ha desvanecido… “La
rosa se marchitó, la fuente se ha secado, y nuestro amor se ha esfumado, todo
cuanto soñaba se ha desvanecido.”
Esas
palabras quedaron como un tormento en la memoria de la Princesa… Su mirada se
oscureció, y sintió la muerte en la profundidad de sus cautivadores ojos color
negro…
Nunca
un acto fue empuñado con mayor justicia ni la muerte convocada por mejor razón,
la Princesa ya no con un profundo amor sino con un colosal resentimiento,
decidió arrebatarle el pequeño corazón que le había regalado al Caballero,
quién lo llevaba disimulado como una rosa, él no lo merecía.
Con su
muerte, para él por supuesto; no hay más Caballero, ni Bosque Encantado y
así sus promesas de un eterno amor se evaporan!
Acto
seguido, la Princesa echa del castillo a entusiasmo el fiel guardián dragón y
quien la acompañó por mucho tiempo, no sin antes darle el corazón grande que le
había regalado el Caballero. No quería absolutamente nada de un difunto…
La
Princesa se quedó en el Castillo, las paredes se cerraron tras su paso,
mientras ella iba repitiendo a sí misma:
-Caballero
Difunto usted no tiene nada que perdonarme, no le he lastimado sin la menor
misericordia, porque no fui yo quién le faltó al amor.
-Ya
no serás mí por qué cada día.
-Te
odio tanto, que nunca podrías percibirlo.
-Romperán mi
corazón pero no mis sueños.
-En
fin, lo sé, el camino es difícil por eso lo mejor que puedo hacer perdonarme
por este rencor, tener la esperanza y la confianza en que en algún lugar
del mundo, encontraras al príncipe que tanto anhelas y vas a mirar atrás para darte cuenta de
que nada es como te lo habías imaginado... Sino que mil veces mejor y así
será.
No
todas las historias de Princesas y Caballeros tienen un final feliz, o por lo
menos, NO esta… Y será la última historia que dedico al Caballero forastero.
Quizás
en algún otro tiempo o en alguna otra vida nos encontraremos, pero no los
recuerdos ni la rosa… pasaré por tu lado, seguiré de largo, fehaciente que
jamás te conocí.
Así
como el Caballero dice mentiras, todas las que se le ocurran… También la
Princesa dice mentiras, pero no deja de ser cierto que su ira crece día a día…
FIN…
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