Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Exaltación

Coróname esta noche con tus brazos morenos;
quiero otra vez el filtro de tu caricia infiel;
aún percibo en mis manos el olor de tus senos
y en mis labios el gusto salobre de tu piel.

Tu cuerpo es el resumen de los goces terrenos;
mi ardor, como una llama, vibrará sobre él;
dame tu boca -estuche de cálidos venenos-,
dame tu lengua -pétalo de enervadora miel-.

Tiéndeme como rútilo manto tu cabellera
y déjame en tus flancos degollar la quimera;
verás que este espasmo de pura exaltación

perpetrará en tu vientre mi inquietud y mi hastío;
como guerrero exangüe sobre el escudo, ansío
yacer descoyuntado sobre tu corazón.

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