Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Un sueño de amor

Se miraron fijamente a los ojos, ella tratando de emular desprecio, el tratando de odiarla por el daño recibido, ambos fracasaron en su vano intento de aparentar que ya no se importaban, el rostro de ambos cambió cuando su mirada se cruzó y la llama del amor se filtró a través de sus ojos. Ella descubrió que el amor de él era sincero, él descubrió que ella en verdad lo amaba.

No cruzaron palabra, ni una sola, se tomaron de la mano y caminaron por la vereda en silencio, sintiendo ese noble sentimiento que ata, desata y que veces nos mata, ese sentimiento que era más profundo que sus diferencias y que ahora los mantenía unidos nuevamente.

Caminaban lentamente, entre miradas y suspiros hasta que llegaron a una vieja hamaca a la orilla del mar, la compartieron, ella hecha un ovillo se acomodó en su pecho, el de él, él la cobijo en sus brazos mientras acariciaba su cabello.

Así pasaron el tiempo sin decir palabra, en silencio, sintiendo sus corazones palpitar a un solo ritmo, unidos con la esperanza de una nueva relación que los mantendría juntos esta vez, ella quiso decir algo pero el la calló con un beso, tierno, profundo, lleno del más puro sentimiento. Ella cejó en su intento de hablar y lo abrazó fuertemente, como para no dejarlo ir nunca más, como para hacerse un solo ser.

Transcurrieron las horas y llegó la noche, las estrellas los cobijaron desde la oscuridad del cielo, seguían abrazados, muy juntos, unidos, en un íntimo abrazo que lo decía todo, hasta el amanecer...

Cuando despertó solo lo acompañaba su almohada, todo había sido un sueño, un sueño febril de amor.

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