Después de mucho tiempo de haberlo abandonado decidió que era tiempo de buscarlo nuevamente.
Era feliz cuando él le hablaba, la miraba y le decía tiernas palabras de amor al oído, que en algunas ocasiones le arrancaban profundos suspiros. Con él nunca se sintió sola, el siempre estaba ahí para ella, por ella, pendiente siempre de ella.
Sin embargo todo lo anterior fue demasiado y después de un tiempo sin causa aparente lo desdeñó, se fue en silencio, sin explicación y sin un adiós, abandonó a quién tanto amor le brindaba.
Maltratar a quien amor ofrece es totalmente inhumano.
Pasado el tiempo comenzó a añorarlo, a extrañarlo y la nostalgia se apoderaba de ella que quería hablarle pero la soberbia, el orgullo, la cobardía y las falsas ideas no se lo permitían. Una mezcla nada buena que la alejaban cada día más de él.
Así llego un día en que decidió dar el primer paso, quería simular un encuentro imprevisto y casual acudiendo a los lugares que él frecuentaba, pero no lo encontró, no estaba ahí donde siempre. Le envió mensajes y le llamo por teléfono sin resultados. Busco por todos los puntos por ambos conocidos y no lo encontró.
Después de diversos intentos, en realidad muy pocos pues era muy orgullosa y poco paciente, ella comenzó a molestarse hasta el enojo, entonces lo culpó a él de la separación tanto como pudo hasta concluir que había hecho mal en buscarlo.
Hasta que un día lo supo por casualidad, se enteró de la noticia que le cayó como agua fría; el había muerto en ese tiempo de abandono. Una enfermedad congénita se lo llevó.
Nunca más la miraría con amor, ni le diría palabras tiernas, ya no le cantaría ni la haría sonreír para dormir... y suspirar... ya no más... nunca más.
A veces durante sus noches de insomnio cree verlo en un rincón de su habitación cuidándola, pero al encender la luz sólo el vacío y la soledad la acompañan.
Tuvo un amor verdadero pero lo abandonó porque ella quería un amor perfecto.
Nunca supo que el amor verdadero nunca muere.
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