Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Cada noche

Al terminar el día se dirige a su escritorio y escribe. A veces son solo anotaciones, otras pensamientos, frases, ideas, palabras sueltas. Luego a manera de rompecabezas une las piezas y surge una pequeña historia.

Es un hábito que empezó en su recién estrenada soledad, un recurso que había dejado en el olvido con el paso del tiempo y que ahora, el final del día lo termina escribiendo.

Cada historia representa su esencia, su ser, aunque no necesariamente su realidad. Escribe sobre el amor en sus distintas facetas, siempre con honestidad y sentimiento verdadero.

Lo más profundo, lo más suyo, permanece en su cuaderno, donde el tiempo los olvidará y se perderán para siempre, como la vida que es efímera. Sus sentimientos íntimos no los comparte con nadie como lo hacía con ella, ahora más lejana y ausente que nunca, muchas veces no los escribe por ser muy suyos, no los comparte, no ven la luz y muy probablemente nunca la verán.

Hoy le es más fácil escribir debido a la tecnología que le permite guardar los productos depurados y para él casi perfectos en formato digital, aunque prefiere la tinta y el papel que a menudo lo acompañan. Todo fluye libremente y nunca falta algo que escribir en su soliloquio nocturno.

Encontró en la escritura la paz y tranquilidad para su agobiada alma, despreciada por quien menos esperaba y burlada hasta la saciedad, esta noche analiza su proceder y concluye que el amor ciega, más cuando es profundo y verdadero, y aquella vez lo entregó sin red de protección.

Que hermoso sería poder depositar su amor en alguien que le correspondiera, aunque no fuera con la misma intensidad pero que no humillara tan genuino sentimiento. Que hermoso sería encontrar a alguien que mereciera su total entrega.

Así que nocturnamente escribe historias donde el amor es protagonista y las guarda, las relee y en algún momento alguna de ellas es publicada para ver la luz, así día con día para dar alivio a su ser, taciturno, circunspecto y solitario, escribe hasta que lo alcanza el sueño, todos los días, cada noche.

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