Gracias al sincretismo, se fusionó esta festividad claramente católica cn una tradición prehispánica, en donde los albañiles la festejan a todo lo que da.
Usualmente es un día muy productivo en la obra y lleno de alegría, desde el día anteriorpor la tarde o noche se prepara la cruz que se colocará en lo más alto de la obra, la superstición indica que de no hacerlo así la construcción no concluirá.
Si la obra es muy grande se hace una misa en el lugar o se lleva a un sacerdote a bendecirla, la responsabilidad es del residente de obra, también lleva la comida (barbacoa o bisteces), la salsa picante la preparan los albañiles y consiguen las tortillas del lugar más cercano y la cerveza que no debe faltar.
Las actividades se suspenden a las 14:00 horas donde comienza el festejo, después de haber asegurado las zonas de riesgo y durante el festejo el residente y sus maestros de confianza cuidan que no se emborrachen los albañiles, pues en el festejo no miden la bebida y a decir verdad nunca la miden.
Al otro día, si es un día hábil, van llegando poco a poco, los más aguantadores aparecen entre las 6:30 y las 7:00 am esta es la hora dónde comienza su jornada, poco después llegan aquellos que se siguieron la fiesta con los ojos vidriosos y los pasos inciertos, el residente de obra decide quien trabaja y quien no de acuerdo al estado físico que presenten, por razones de seguridad.
El dia siguiente al 3 de mayo de ser laborable es de muy baja productividad, pero esto se sabe y se planea en consecuencia.
Entre mejor se celebre el 3 de mayo, mejor se trabajará después, esa es mi experiencia.
Obviamente este no es un festejo accesible para todos, solo aquellos que hemos estado en el maravilloso mundo de la construcción.
3 de mayo, 2017
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