Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

El breve amor

Con que tersa dulzura 
me levanta del lecho en que soñaba
profundas plantaciones perfumadas,
me pasea los dedos por la piel y me dibuja 
en el espacio, en vilo, hasta que el beso
se posa curvo y recurrente 
para que a fuego lento empiece 
la danza cadenciosa de la hoguera
tejiédose en ráfagas, en hélices, 
ir y venir de un huracán de humo 
(¿Por qué, después, 
lo que queda de mí 
es sólo un anegarse entre las cenizas
sin un adiós, sin nada más que el gesto
de liberar las manos ?)
:D

No hay comentarios.:

Publicar un comentario