Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Sé que me quieres

Pero es que yo sé que me quieres. Y no por tus miradas, ni por tus abrazos o besos que me saben a inmortalidad, ni por las largas pláticas de coctel, sobre eso, aquello, esto o lo otro, de todo. Ni por tus palabras más dulces que la miel. Sé que me quieres, porque en su momento te pudiste haber marchado, pero no lo hiciste. Porque los amores se van, eventualmente lo hacen, pero tú; tú sigues conmigo.

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