Llegas a casa, te vas a la cama y conversas con tu almohada, te das cuenta que ya no la extrañas, que no esperas su llamada, que ya no sientes nada. Y te dejan de interesar ciertas cosas, y todo eso que antes te hacía falta, ahora lo tienes de sobra. Entonces amanece sin tener oscuras las ojeras, ya nada te entristece, sobreviviste a tu manera.
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