Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Quizás

Quizás en otra tierra, en otro tiempo, en otro mundo, yo te había soñado, o tal vez nuestras miradas mucho antes de coincidir, ya se hubieron encontrado.

¿Quién sabe lo que nada espera? Dime, ¿quién puede saberlo? Ahora sí, de lo que estoy seguro es que después de conocerte, el destino lleva mi nombre enlazado junto al tuyo.

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