Tres árboles.
La lluvia nos detiene
bajo sus ramas.
Como ellas,
nuestras miradas se cruzan.
Y el sol nos toca
mientras se esconde.
Me pierdo entre tus brazos
y tus piernas
como quien se hunde
en un bosque
del tamaño de la noche
que comienza.
Perdido en ti
te encuentro.
Tu mirada me guía
de tus bosques
hacia tus mares.
Tu olor me envuelve
y me anticipa
lo que es
estar en ti,
entre los muros movedizos
de tu cuerpo:
en esa cámara obscura
donde me inicias
al deslumbramiento.
Encerrado en ti
vuelo contigo.
Tu piel es mi piel
por un instante.
Y es mi casa y mi bosque
y es mi mar y mi mundo.
Y esa noche
eres mi universo.
Y si salgo de ti
y te miro y te toco,
giro de nuevo
en tu fuerza:
atracción
que me trastorna.
Entro al ámbito
del poder absoluto
de tu belleza.
Nunca saldré
De tu bosque triangular.
Del espacio
posesivo
de tu fuerza.
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