Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Éramos

La pasión nos tomó por sorpresa, desprevenidos como casi siempre sucede. En un abrir y cerrar de ojos estábamos amándonos con adoración. No había vuelta atrás. No había retorno. Éramos un sentimiento único, una sola boca, un solo cuerpo incapaz de reconocerse en sus orígenes. Sabía de antemano que te irías con la llegada del sol, por eso te abracé en mis sombras; sin luz para que vivas siempre en mi, sin resplandor para no olvidarte nunca.

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