Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Me recosté en tu cuerpo

Me recosté en tu cuerpo, mientras tú preparabas
la comida. El contacto de tu piel bronceada

me despertó los tigres, dormidos un momento,
y sentí que sus uñas me arañaban por dentro.

Aunque era mediodía, nos fuimos a la cama.
Luego la casa olía a lentejas pegadas.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario