1. Oh noche, noche morena, hazme tu poeta!
Durante miles de años los hombres han velado, mudos, a la sombra de tu estrellado
poderío: déjame cantarte por todos ellos.
Llévame en tu alado carro que silenciosamente se desliza de mundo en mundo,
¡oh tú! nocturna noche, magnífica y oscura!
2. A veces un espíritu ansioso entra, furtivo, en tu corte, y errando por tu mansión
sin luz interroga vanamente los aires.
Y a veces algún corazón traspasado por la
flecha de júbilo que lanza el arquero desconocido, prorrumpe en su misterioso canto
que estremece la tiniebla hasta sus cimientos.
A ti las almas conturbadas vuelven sus ojos y quedan temblando de pronto, ante tu cielo
parpadeante, como quien descubre un tesoro.
Hazme tu poeta, oh noche, el poeta de tu insondable silencio.
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