Esta noche se nos quedará clavada en el cuerpo como esquirlas de metal, brillará para siempre en nuestra memoria como luz de púrpura estrenada.
No lo olvidaremos jamás, y cuando llegue la muerte podemos gritarle a la cara que una vez por un instante, tocamos el cielo con la punta de los dedos.
Qué una vez, tú y yo, contra todo pronóstico, fuimos eternos.
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