Una mirada fue suficiente para que él quedara atrapado, hombre maduro y consciente de haber llevado una vida plena, no se explicaba como una simple mirada de una joven mujer morena, había tenido tanto impacto en su ánimo.
Pasaron los días y deseaba coincidir con esa mirada melancólica, nostálgica, franca, desparpajada, profunda, tanto que se sentía atravezado brutalmente. Esa mirada que también escondía un profunda tristeza, misterio y sin embargo con intenso brillo que sólo él pudo distinguir.
No sabía por qué anhelaba cruzar con esa mirada pentrante aunque sincera, que llevaba una promesa, había que descubrir y desnudar tal promesa.
Y siguieron los meses y la volvió a ver, joven morena con una sonrisa que también lo embriagaba, sus miradas se cruzaron y no fue accidental, se buscaban y pudo observar esta vez una gran alegría en los ojos de aquella mujer, morena y joven, él la vio radiante en ese glorioso día.
Se cruzaron un par de veces más y él no podía explicarse la alegría indescriptible que sentía cuando ella lo miraba, algo pasaba en su interior que no sabía describir pero que intuía era un profundo sentimiento, no podía creerlo, su experiencia le decía que era imposible, que una mirada no podía ser tan poderosa.
Vino otro largo intervalo, pero no la olvidaba, ya no era solo su mirada, era su sonrisa, su rostro radiante cuando la veía, era toda ella y soñaba... soñaba con verla una vez más.
En su mente cosntruía y despierto soñaba los más románticos e intensos encuentros, ella ya estaba instalada ahí, profundamente, sabía que no la olvidaría y la llevaría consigo por mucho tiempo más.
Pero la magia existe y ¡ella era mágica! Apareció un día, se acercó a él y no podía ser más feliz, se hizo el propósito de no dejarla ir más y empezaron a conocerse, todo lo de ella le gustaba, era esa mirada la que tenía un lugar especial en su ser aunque le costaba reconocerlo.
Intentó varias veces un encuentro, necesitaba descifrar el secreto de esa mirada, pero ella se resistía y el tiempo siguió su curso. Cuando estuvo a punto de darse por vencido ¡ella llamó y fijo una fecha para el encuentro!
A partir de aquel primer encuentro notó que esa mirada brillaba cuando lo veía, no perdía su esencia pero mostraba alegría, a él le pareció increíble y desde ese momento deseó llenar su corazón con esa mirada tantas veces como fuera posible.
No podía ser más feliz, los encuentros siguieron, cada vez mejor, más intensos, más profundos y sin embargo la mirada que ella le prodigaba era cada vez más profunda, ahora de manera diferente, y al fin descubría la promesa que guardaba esa intrigante mirada; se amarían por y para siempre.
...Y todo comenzó por una mirada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario