La falta de dinero, me ha enseñado que hay gente que te dejará de lado y que no querrá hacer planes contigo.
El hambre y la inestabilidad económica, me ha enseñado ha sobrevivir en las peores condiciones, y también a comer con respeto y orgullo el plato que menos me gusta.
La falta de apego seguro desde muy temprana edad con una familia disfuncional, me ha obligado a sobrellevar el dolor de cualquier circunstancia y a convertirme en mi propio refugio, porque sé que nadie va a poder ser jamás la familia que nunca tuve, y aunque me duela y haya veces que sea inevitable buscar apego en otra gente, tengo que aceptar esta dura realidad.
Los problemas de verdad, como el no saber si mañana encontraré un techo en el que dormir, me ha hecho capaz de adaptarme y de ver bonito cualquier lugar llamado hogar.
La vida, me ha enseñado que las relaciones interpersonales son muy complicadas, y que la mayoría prefiere su orgullo y su ego, antes que intentar comprender a la persona que está su lado, sin juzgarla y preferir llegar a un acuerdo desde la cordialidad y el respeto.
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