Pasados algunos años el caballero volvió al lugar de sus sueños y su felicidad.
Dicen por ahí que la gente tiende a volver a los lugares donde fue feliz, el caballero no fue la excepción.
Un buen día decidió hacer su equipaje, adecuado para caminar una larga jornada y emprendió el camino de vuelta. Al principio fue difícil pues nada más había emprendido el viaje de ida y nunca de regreso, no recordaba bien la ruta que había tomado.
Conforme fueron pasando los días le fue quedando más claro el camino hasta que después de mucho tiempo llego al bosque encantado.
En apariencia todo estaba igual nada había cambiado, al llegar al poblado donde los aldeanos siempre recibirán su ayuda, se sorprendieron porque no lo esperaban. Solo los mayores se acordaban de él, había muchos niños que no lo conocían aunque ponían atención en el cuchicheo de las señoras diciendo; "El caballero volvió".
Todos lo veían curiosos, pero nadie se atrevía a acercarse, lo veían distinto ya no vestía igual, no llevaba su armadura ni el yelmo, ni siquiera su espada, se había dejado la barba y su rostro aparentemente el mismo, lucía más serio.
Cruzó el puente que era la entrada escondida al bosque encantado, se sorprendió al ver que a cada paso que daba las rosas florecían como siempre había sucedido, escuchó a lo lejos la fuente cantarina, esa que construyó al frente de su cabaña le sirvió de guía para poder llegar.
Cuando paro frenta a su cabaña se estremeció, una corriente eléctrica invadió todo su cuerpo. Al abrir la puerta todo estaba ordenado, todo estaba igual que cuando partió con el corazón destrozado, nada había cambiado le sorprendió ver la armadura pulida, reluciente y su espada brillosa e impecable sobre la chimenea.
Miró alrededor tratando de encontrar a alguien, no sabía quién se había hecho cargo de la cabaña, pensó encontrarla abandonada y no fue así, estaba limpia, en orden y bien cuidada, como si lo estuviera esperando, cómo si nunca se hubiera ido. ¿Quién se hizo cargo mientras no estuvo?
Miro la chimenea que estaba lista para ser encendida, el olor a café recién hecho llenaba la cabaña. Caminó hacía el corral donde usualmente estaba su caballo, también estaba limpio, ordenado y vacío.
La nostalgia lo invadió al recordae todos los momentos que vivió ahí, especialmente en su habitación, cuya cama estaba tendida y limpia, así estaba todo lo demás salió a buscar a alguien alrededor pero no encontró a nadie, ningún humano había vuelto a la cabaña y mucho menos al bosque.
Se internó al bosque buscando el lugar del viejo sauce llorón donde pasaba las tardes, dónde soñaba , escribía y se relajaba quitándose la armadura, bajo su fresca sombra.
Los animales curioso salían, observaban, los más pequeños sabían por sus padres quién era aquel hombre de mirada nostálgica, que caminaba lentamente por el bosque, tratando de reconocerlo todo.
Al igual que el viejo sauce, el lago como siempre en total quietud, fresco y cristalino. Su lancha en un costado como esperándolo, lista para ser utilizada. Había más cisnes pero ya no estaba la pareja original, tal vez estos eran sus hijos que miraban fijamente al caballero.
No lo pensó mucho, subió a su barca rumbo a la otra cabaña, la pequeña que tenía al otro extremo, donde había hecho una tina para alguien que ya no la usaba.
Al igual que la cabaña mayor todo estaba en su lugar todo estaba limpio, todo estaba en orden, tampoco había nadie, también estaba vacía.
Se sentí sobre las escaleras que entraban a la cabaña y lanzó un profundo suspiro, estaba invadido de nostalgia y tristeza, se sentía muy solo en ese momento, recordando la tristeza y desilusión con la que partió, algo había quedado de todo ello en alguna parte de su ser, aunque pretendía no sentirlo.
Durante su viaje al bosque, descubrió en el cielo varios dragones, ninguno conocido, sin embargo estos dragones si sabían quién él, su vuelo alrededor era una manera de protegerlo, lo acompañaeon todo el tiempo dese que llegó a las afueras del Bosque Encantado, dándole su espacio, respetándolo y cuidándolo.
El caballero mantenía aún el porte ue lo caracterizaba aunque ahora además de la barba, lucía más canas sobre su cabeza y barba.
No iba armado, no les temía, sin embargo apreciaba su silenciosa compañía, solo se escuchaba el suave y gentil aleteo a su alrededor.
En ocasiones miraba al cielo para observarlosy para ver las nubes prtendiendo encontrar unas respuestas que nunca llegaron.
Se sentía bien, estaba bien, se veía bien pero no reconocía a nadie y eso le producía una rara sensación, se sabía dueño del lugar, era el señor del Bosque Encantado, construído para un amor que decidió partir, lo trataban como el dueño, el amo, pero ya no lo sentía su hogar.
Regreso al sauce, se sentó bajo su sombra cómo hacía tantas veces, luego cayó la noche, se recostó, durmió y soñó. Estaba en paz.
Hermosisimo!!! 🥰
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