Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

TOMO CON SUS MANOS UNA ESTRELLA.

Tomó con sus manos una estrella, la colocó sobre mi cielo oscuro, el cual estaba lleno de desesperanza y desánimo. Entrelazó su mano con la mía y me levantó. Me llevó a caminar por un lugar lleno de paz; allí se respiraba amor, y cuando la tormenta caía era calmada con una palabra de su boca. La tristeza se postró ante él y reinó la calma, me cargó en sus brazos y acurrucado me dormí en él. Cuando desperté inmediatamente abrí los ojos, lo vi ahí, frente a mí, y me miraba como si ya me amara, como si fuera su tesoro más valioso. Puso su mano sobre mi pecho y sentí como algo crecía dentro de mí, y sus tiernas palabras aún recorren mi alma como miel en un panal: he puesto un nuevo corazón en ti, y quiero que por sobre todas las cosas, cuides de él.

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