Mi manera de escribir tiene su razón en el sentimiento, en la emoción, en cualquiera que sea el motivo que haga latir a mi corazón, ya sea con alegría o con dolor. A mí no me busca la inteligencia cuando se trata de verter en las hojas lo que en el alma se anida como una enredadera de sentires absurdos y lamentos febriles... y no me interesa en lo absoluto suplir esa necesidad por muchos de aparentar madurez estética en lo que ellos toman como ornamento poético o literario. En pocas palabras, soy un escritor del alma y, en ella, soy y me guardo.
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