En la sinfonía de nuestros besos, las comas son pausas de deseo, los puntos suspensivos anticipan caricias secretas, los paréntesis esconden susurros prohibidos y los signos de admiración exaltan la pasión ardiente.
Cada acento en nuestras palabras resalta la intensidad de nuestras emociones, cada tilde añade un matiz de misterio a nuestros encuentros clandestinos. Entre guiones y puntos y coma, trazamos un relato de amor y desenfreno, donde cada letra se convierte en un gemido contenido, y cada espacio en blanco es una invitación a la lujuria compartida.
En este universo de signos ortográficos, somos poesía en carne viva, versos de piel y tinta que se entrelazan en un baile eterno de entrega y éxtasis.
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