Cuando alguien está destinado a ser parte de nuestra vida, ni el más inmenso de los obstáculos podrá separarnos. No importa cuán profundo sea el dolor o cuán grandes las pruebas, el amor verdadero es más fuerte que todo eso. Si alguien nuevo llega, recibámoslo con el corazón abierto, como si fuera el primer amor, sin reservas, sin miedo. Es nuestra necesidad de controlar lo que nos lleva a equivocarnos de pareja, a querer forzar lo que no debe ser, olvidando que el amor es una energía tan pura y profunda que llega cuando menos lo esperamos, envolviendo el alma entera, incluso si no queremos. Porque, en realidad, hay algo que el corazón sabe: la vida tiene un plan, el universo tiene su orden, y Dios ya sabe con quién, cuándo, cómo y dónde… incluso antes de que nosotros lo entendamos.
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