Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

BAJO EL CIELO ESTRELLADO

Bajo el cielo estrellado, cuando la noche se viste de misterio y la luna observa en silencio, tus ojos se convierten en las estrellas que guían mis pensamientos. En la penumbra, tu voz es el eco suave que resuena en cada rincón de mi alma, un susurro que me envuelve y me transporta a un mundo donde solo existes tú y yo. En cada latido, en cada respiración, siento tu presencia, como si fueras el aire que necesito para vivir. Cada momento lejos de ti es un vacío inmenso, pero al pensarte, todo se llena de luz y deseo. Mi piel arde por el roce de tus manos, por el calor de tus labios que sueñan con los míos. No hay distancia que pueda separar nuestras almas, no hay tiempo que pueda disminuir el fuego que se enciende en mi pecho cuando me imagino contigo. Eres el refugio en mis tormentas, la calma que me envuelve después de cada caos. Tu amor es la pasión que me consume y la ternura que me sana. Cada mirada tuya es un mundo en el que quiero perderme sin prisa, cada beso, una promesa que deseo que nunca se rompa. En tus brazos encuentro la seguridad que mi corazón ansía, pero también el abismo que me lanza al éxtasis de un amor sin límites. Cuando estamos juntos, el universo entero desaparece, y solo somos tú y yo, fundidos en una danza sin fin, una danza donde cada paso es un grito silencioso de amor, donde cada suspiro es un canto a la eternidad. Que nuestros cuerpos se encuentren siempre, que nuestros corazones sigan latiendo al mismo compás, porque solo en ti descubro la esencia de lo que es amar, de lo que es ser amado. Que cada instante a tu lado sea un regalo que me devora y me eleva, porque no hay mayor deseo que perderme en ti una y otra vez, hasta que el tiempo deje de existir y solo quede el amor, inmenso y eterno.

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