Jamás hubo un accidente tan bonito como cuando se cruzaron tu mirada y la mía.

Al otro lado de mi voz

Sola. Al otro lado
de mi voz distante.
Por tus labios tus ojos
desazón, mar de espejos
pronto a quebrar
en infinitos vidrios.

Raudas mensajeras
febril anidas. Manos
blandas del aire, albas.
Celaje tu boca, trémula.
Te viertes plena
como en mis brazos.
¡Ah vastedad
rasgada por un beso!
Enervas las palabras
hasta la ausencia. Verso
blanco, viento.
Callas
y dices de ti más
que un enjambre de verbos
diluyéndote.

Adagios, cálices.
Contigo al otro lado
de mi voz distante.

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